miércoles, 6 de noviembre de 2019

Georgia y Armenia en cicloturismo. Frontera armenia a Tiflis y fin de trayecto

No había electricidad en la frontera. Cambié los últimos dram armenios y me encontré de nuevo en Georgia.
No tenía tiempo de visitar Azerbaiyán, pero la zona fronteriza con Georgia me contaron que era un paseo por un mundo entre azerí y turco.



Uno de los muchos monumentos a los caídos de la Segunda Guerra Mundial

Tomates es la palabra. Era tiempo de cosecha y un guiri en bici era el objetivo perfecto para regalar el excedente. Terminé con varios kilos en las alforjas y unas cuantas conversaciones con personas de evidente origen azerí.
El Islam chiita es la religión en esta zona georgiana y la mayoría de la población habla azerbaiyano entre ellos, una lengua de origen túrquico que comparte con el turco un 80% de palabras.



Muerta en el Islam, muerto en la llamada Gran Guerra Patria




Candidatura de la minoría azerbaiyana en Georgia

Por el camino me crucé con varias mezquitas y cementerios musulmanes. También con una zona que vive de la huerta y los frutales, muy tranquila, salvo la carretera que conduce a la frontera con Azerbaiyán, por la que circulan bastantes camiones. Hay varias alternativas por carreteras secundarias pero no siempre bien señalizadas, así que lo mejor es preguntar. De todas formas ahí queda esta ruta, que más o menos es la que hice.

De la frontera con Armenia a la frontera con Azerbaiyán




Tuve suerte pues me pilló la lluvia en varias ocasiones y siempre pude ponerme a cubierto.
Cuando ya andaba un poco preocupado por el lugar para dormir recalé en una gasolinera y hotel en obras y los trabajadores que estaban construyendo el hotel me alojaron amablemente, me dieron de cenar y de beber. 



A altas horas de la noche con Mahmud

Desde entonces tenía aún unos días para disfrutar de otras zonas de Georgia, así que aproveché para visitar la ciudad más musulmana de Georgia, Marneuli, con un 80% de población azerbaiyana. Las mezquitas son de libre acceso para no musulmanes pero no tienen gran interés.



Mezquita chií en Marneuli

Desde allí me planteé conocer otro aspecto de la cultura georgiana que había dejado de lado: el vino.
Para ello tomé dirección noroeste hacia el pueblo de Asureti/Elisabethtal, sin saber gran cosa, más allá de que era una de las zonas vinateras no tan turísticas y que allí se había establecido una minoría alemana, procedente de Suabia, de la que aún quedan descendientes.

Frontera de Azerbaiyán a Asureti




Asureti/Elizabethtal

Otra vez con lluvia llegué a ese peculiar rincón de Georgia en que los rótulos están en alemán y las casas podrían estar en cualquier punto de Europa central. 
Para alojarse en Asureti solo hay un sitio que es la casa de Manfred Tikhonov, un germano-ruso que hace vino y coñac y que me ofreció una visita única a sus viñedos, aparte de buena comida y mejor bebida.



Una bodega en Asureti


Manfred Tikhonov, mi guía en Asureti

Es una lástima, pero la industria tradicional del vino está en plena decadencia en la zona. Así como las viejas casas de vigas de madera, una parte de las cuales están prácticamente en ruinas.
La visita es fácil incluso en transporte público y no pilla lejos de la capital. 
En bici es algo más complicado por el maldito viento del Noroeste que en Georgia, ya lo comenté en una entrada anterior, es un verdadero problema.
Pude visitar una bodega de 200 años de antigüedad y pillar una cama, que no me vino mal.




Antigua embotelladora, hoy en ruinas, de 200 años de antigüedad


Tras tan buen trato me quedaba terminar mi viaje. Una corta tirada hasta Tiflis y el último día por la ciudad que aproveché para hacer compras y conocer un poco más una urbe de lo más estimulante y que se va poniendo de moda. Ya comenté algo sobre esta ciudad en una entrada anterior.

Asureti a Tiflis

Quedaba otro agónico recorrido hasta el aeropuerto, gracias al infernal tráfico de Tiflis, sin duda lo peor de esta ciudad. Allí desmonté la bici como bien pude y la envolví. Gracias al amable pasajero que me echó una mano ahorré bastante tiempo.



Adiós Georgia

Partir es morir un poco dicen. El Caúcaso me enganchó y me han quedado ganas de repetir.
En todo caso, seguro que, una vez más, los pedales me llevarán siempre un poco más lejos...

lunes, 14 de octubre de 2019

Georgia y Armenia en cicloturismo. Del lago Sevan a la frontera con Georgia

Salí del lago Sevan por la carretera sobre la ruta de la Seda. La Ruta de la Seda fue una vía comercial que tuvo muchas ramificaciones, una de las cuales discurría en parte por las actuales Armenia y Georgia.



Está indicada y es una forma de recorrer el país que yo no seguí, pero que es una buena alternativa.
Desde el lago Sevan es importante esquivar la carretera principal para evitar un túnel de varios kilómetros lleno de tráfico.
La  carretera gana altura y del paisaje bastante seco del resto de Armenia pasé a todo lo contrario en el Parque Nacional de Dilijan. Una zona de bosques húmedos muy densos llena de especies como el oso pardo, ciervos, lobos, linces, con lagos y varios puntos de interés histórico.
En la carretera me encontré a Grigory, un feliz encuentro con otro ciclista que, además, hablaba inglés y me sirvió de guía en el pueblo que da nombre al parque Nacional, Dilijan.
El pueblo ofrece una curiosa combinación de viviendas tradicionales, edificios destartalados en pleno centro y hoteles bastante lujosos.
En primavera, tras la hibernación, es fácil que los osos se acerquen a la carretera y al mismo pueblo. Me enseñaron fotos de ello.



El concepto de parque Nacional cambia radicalmente de esa especie de santuario que concebimos por aquí.
Hay bastante tráfico y, por desgracia, mucha basura que afea zonas preciosas de hayedo o robledal.



Restos de basura en pleno parque nacional





Parque Nacional de Dilijan

Me animé a subir hasta el Monasterio de Hagartshin, otra agrupación de iglesias medievales típicamente armenia, aunque en este caso mucho mejor conservada que otras con las que me encontré (o mejor restaurada).
Coincidí con una boda y todo su ritual ¡Maldito mi pudor para no ejercer de guiri y sacar alguna foto!
El entorno es lo mejor de este monasterio. Enclavado en pleno bosque y rodeado por un río. La zona tiene varias posibles excursiones a pie por el entorno.






Monasterio de Hagartshin

La bajada fue fácil y, justo mientras comía a cubierto, cayó una tromba de agua que inundó parte de la carretera, por lo que tuve que desistir de visitar el monasterio de  Goshavank, otra de las joyas de la zona.
Seguí con precaución hasta Ijevan, cruce de caminos y mercadeo de toda la provincia.



Ese día necesitaba un afeitado

Aproveché para dormir en una cómoda pensión con vistas al parque Nacional y también para hacer compras. Me agradó el paso por la ciudad, no tan bonita como su entorno, por callejear, hacer compras y regatear con mis balbuceos rusos.
Se nota que la zona es pobre y la economía básicamente agrícola. El lujo más común es el café y, como no, el vodka de diferentes calidades abunda.





Vida cotidiana en Ijevan

Desde Iljevan sale la carretera hacia la frontera georgiana que va en paralelo a Azerbaiyán, país en conflicto permanente con Armenia.
La zona está militarizada y hay controles de carretera, aunque en mi caso los militares más bien se dedicaban a saludar con curiosidad al cicloturista.



En toda la carretera se circula por zonas desde las que se divisa el país vecino y toda la margen derecha, mientras pedaleaba, era un páramo sin construcciones, como mucho alguna casa abandonada.
Llamativo también el silencio y la recomendación de no circular en coche para los extranjeros.



Pese a lo que ponga GoogleMaps en ningún momento entras en territorio azerbaiyano. Eso sí, ves claramente a los soldados del otro lado. Esto está rigurosamente prohibido y avisado.
También me encontré carteles alabando a los héroes militares armenios como el polémico Monte Melkonian, artífice de la independencia u ocupación (según la versión armenia o azerí) de Nagorno Karabaj.


Cartel de Monte Melkonian

El paisaje en la zona se vuelve algo más seco, similar al clima mediterráneo. Hay muy poca población y por eso paré en Noyemberyan para encontrar algo de comida y un poco más adelante un campo donde plantar la tienda. La etapa fue larga y dura, con constantes sube-bajas del 9% y mucho calor.



Mirando hacia Azerbaiyán

Dormí como un tronco y acompañé al río Debed por tierra de frutales, sobre todo melocotones e higos, que me recordó a algunas partes de Aragón.



En un llano paseo me planté en la ajetreada y llena de camiones frontera con Georgia.
Con pena me despedí de Armenia, un país que disfruté mucho, aunque no sea precisamente fácil por su perfil tan montañoso. Todo lo contrario que su gente, fácil de palabra y amable.




Nota: Las rutas a pie son las mismas a seguir en bicicleta. Google Maps no es fiable en estas rutas por carretera









lunes, 23 de septiembre de 2019

Georgia y Armenia en cicloturismo. De Erevan al lago Sevan

Me planté en la capital de Armenia en un mediodía de tráfico intenso. Me fue fácil llegar al hostel. Hay muchos alojamientos en pleno centro y no hace falta reserva.
Atención amable pero, como tantas veces pasa, escaso o nulo respeto por los alojados con ruido hasta altas horas, borrachos y cero reproches a los huéspedes maleducados. Una lástima, sobre todo por lo frecuente de estas actitudes en los albergues económicos.
Los puntos de interés de Erevan se puede recorrer cómodamente a pie, aunque la bici tampoco viene mal. La ciudad, ya lo escribí, tiene una distribución muy soviética, totalmente geométrica en la que es difícil perderse.
Los dos días que le dediqué se me antojaron cortos, pues es una ciudad que tiene alguna cosa realmente interesante. A mí me alucinó la biblioteca llamada Matenadaran del Instituto Mashtots, una colección de manuscritos e incunables valiosísimos.
También pasé un buen rato recorriendo la escalera convertida en espacio de arte contemporáneo de la Fundación Cafesjian y su parque de esculturas.


Matenadaran, Erevan

Comer es muy barato y hay cientos de sitios. Como curiosidad destacar el bufé vegano de la c/Tumanyan. También las muchas cafeterías de ambiente genial.
De todas formas en una entrada anterior dediqué más espacio a Ereván.






Algunas imágenes de Ereván

Salí de Ereván y del breve espejismo urbano pasé a la Armenia que llevaba viendo todo el viaje: mayormente rural.
Una gran ventaja tanto de Armenia como de Georgia es que las carreteras secundarias lo son tanto que el tráfico es realmente tranquilo, así que me puse a pedalear de nuevo cuesta arriba con destino al pueblo de Garni y su peculiar yacimiento.
El calor me siguió acompañando y, a ratos, siendo un incordio que me hizo sudar de lo lindo.
Garni fue una ciudad fundada por los urartios, que construyeron un templo estilo griego dedicado a la diosa persa Mitra que pagó el emperador romano Nerón. Cosas de la historia. Mejor lo leéis en este enlace.




Antigua ciudad de Garni

El templo fue reconstruido a partir de las piedras originales pues se derrumbó parcialmente en un terremoto en 1969.
En Garni dormí en el único albergue cercano al yacimiento, Argishti. Económico y agradable.
De Garni destacar no solo el yacimiento en sí sino los alrededores, con las gargantas del río Azat, que forman unos intrincados cañones rodeados de árboles. Todo el entorno es Patrimonio de la Humanidad.
Desde Garni una breve subida te deja en el Monasterio de Geghard, una de las joyas de la arquitectura monástica de Armenia.
En teoría aquí se guardó la punta de la lanza de Longinos, el arma con que se supone que un soldado hirió a Cristo en la cruz, una de las reliquias más importantes de la cristiandad. De hecho Geghardavank quiere decir Monasterio de la lanza. La reliquia está ahora en un museo en Echmiazdin.
El paraje es alucinante, porque trata de un monasterio parcialmente excavado en la roca, lleno de cuevas y fusionado con el río y varios manantiales.
La reconstrucción es del siglo XIII pero sus orígenes se remontan al siglo IV.








Monasterio de Geghard y Valle del Azat


De Geghard volví por la misma carretera en un día en que se iba llenando aquello de turistas. En fin de semana la gente de la capital acude a pasar el día en la zona y en verano hay mucho turismo.
Es importante si vas en bicicleta, saber encontrar las carreteras secundarias. Al final de la entrada van los tracks con las rutas alternativas a la autovía.
La incómoda subida se volvió bajada y en un momento me planté para comer en Mayakovski.


En la carretera de Geghard. Sacando unas monedas del turismo

Es frecuente encontrar pueblos de colonización con nombres de personajes soviéticos. También pasé, por ejemplo, por un pueblo llamado Gagarin, como el astronauta.
Me llamó la atención la despoblación conforme uno se aleja de la capital del país. Como circulaba por carreteras secundarias era frecuente encontrar casas e instalaciones agrícolas abandonadas y muchos pueblos casi vacíos.


Ladrillos de estiércol, combustible nacional


También bebí de esa botella. En fin...

Dormí en un campo (recordar que acampar por libre está totalmente asumido) con un tiempo estupendo y un río cerca. Y me despertó un rebaño comiéndose los restos de la cena que había dejado fuera de la tienda.
En una corta pedalada me planté junto al que es el segundo lago de alta montaña más grande del mundo: el lago Sevan.



Llegué primero a la ciudad de Sevan, nudo de ferrocarril a tener en cuenta para viajeros en este transporte público, pero sin nada en especial.
Y en el lago me recibieron sus habitantes más numerosos: los mosquitos. Auténticas nubes de millones de mosquitos rodean el lago y, aunque no pican demasiado, son un incordio para moverse en bici. 
Lo primero fue visitar una de las postales de Armenia, el Monasterio de Sevanavank.
Instalado en una península elevada dentro del lago el monasterio en realidad es un conjunto de iglesias del que quedan dos en pie.
Originario del siglo IV y reconstruido en el IX es mejor visitarlo a primera hora, antes del aluvión de turistas pues el enclave es pequeño. 
Todas mis visitas intento que sean en horas de poca afluencia. Es fácil. Si llegas a las 8,30 de la mañana como fue mi caso normalmente estás solo.




Sevanavank

Toda la orilla oeste del lago está llena de resorts de baño y restaurantes. La verdad es que hay pescado fresco por precios muy económicos y en la misma carretera se puede comprar pescado ahumado a unos 50 céntimos de euro por una pieza que no te puedes acabar en una comida.



Comencé a rodear el lago y me encontré con los restos de la explotación piscícola de la antigua URSS y pueblos y granjas en evidente estado de abandono.
Un proyecto demencial, como fue desecar parte del lago para plantar árboles y hacer piscifactorías de truchas, rebajó el nivel del agua casi 40m y aún ahora mismo está unos 20m por debajo de su volumen histórico.



La orilla Este es todo lo contrario de la bulliciosa oeste. Una carretera casi vacía con pequeños asentamientos, pegada a una zona especialmente montañosa. Lo único en común son las nubes de mosquitos.
Aproveché para bañarme en una de las playas libres y me pilló una tormenta que me obligó a refugiarme en una tienda que hacía las veces de bar. Allí coincidí con una familia checa con dos niños que estaban pedaleando. Me los volvería a encontrar.


Se echaba la noche y partí desde la orilla del lago a un lugar con menos mosquitos. Dirección Norte, de nuevo hacia Georgia por la carretera que va sobre la antigua Ruta de la Seda.

Rutas más cómodas para ir con la bici