sábado, 9 de octubre de 2021

Estampas siberianas. Olkhon y Baikal, religión y superstición.

El conductor del marsruty se baja y deja unos kopek al pie de una cabeza de pavo pinchada en un palo. Junto al palitroque una especie de altar con vasitos, botellas de vodka, más monedas, telas atadas y papeles escritos.




Un tangrim.


Ofrendas en el altar del "dios" cabeza de pavo 

Es un tagrim, una especie de tótem de la suerte que se encuentra por toda Siberia al que se dejan ofrendas para conjurar la mala suerte y, en este caso, para ayudar a las personas que se encuentran viajando. 
Este tipo de tótems son desde pequeños altares a agrupaciones de grandes troncos tallados, visibles desde kilómetros.
Pero me he adelantado. Estaba en Siberia, hace unos años de esto. Llevaba horas en un incómodo asiento y me dirigía a conocer la isla de Olkhon, en el Lago Baikal. Iba a atracar en Juzhir, lo más parecido a una ciudad de la isla.



Juzhir, Isla de Olkhon


Un marsruty es cualquier cosa con cuatro ruedas y motor que comunica poblaciones en Rusia. Puede servir una camioneta militar con asientos o un cómodo autobús. Son baratos y donde no hay ferrocarril es el único transporte viable. Viable y una lotería. Las distancias en Siberia son inabarcables para nuestra mentalidad europea. Lo que parece un paso en un mapa pueden ser 500 kilómetros.
Llegaba desde Irkustk, la que llamaron la perla de Siberia. De reciente fundación, en el siglo XVII, como todas las ciudades de esa inmensa zona del planeta que es Siberia. Una ciudad que conserva bastante de su esplendor pese a incendios y guerras. 



Irkustsk, la perla de Siberia

Más grande que toda Europa y con menos habitantes que España, el nomadismo aún pervive y las ciudades dignas de ese nombre son antiguas paradas de posta o de comercio. Como la misma Irkustk que se fundó como un centro de comercio de pieles.
De las primeras cosas que me percaté al pisar Siberia (estuve en Moscú, pero es otro mundo) es que los rusos, oficialmente ateos durante 80 años y ahora ortodoxos, musulmanes, animistas o budistas, dependiendo de la zona de ese inmenso país, son unos supersticiosos del carajo.
¿Cómo me enteraba de algo? Pues os adelanto que es muy complicado encontrar alguien que hable inglés. Como mucho unas pocas frases hechas, incluso en alojamientos turísticos. Para enterarme de la vida tuve un traductor de lujo, mi amigo Edmundo, traductor de varios idiomas, entre ellos ruso.


Contemporizando con lugareños y mi amigo traductor espontáneo

Eso sí, no es nada que no se encuentre cualquier turista en los países de la antigua órbita comunista donde la religión estaba proscrita. No solo han vuelto las religiones con una fuerza inusitada y te encuentras sus popes barbudos a cada paso, sino también son públicas toda suerte de supersticiones y prácticas animistas, que se llevan muy bien con las religiones estándar.
Toda Siberia está sembrada de chamanismo de una u otra manera. Más de 50 grupos étnicos habitan su vastísima extensión. 
Entre las costumbres de la gente de a pie es imprescindible quedarse con detalles como que si no vacías el vaso de vodka estás ocultando algo. No cumplir con esos pequeños ritos puede tomarse como un gesto de mala educación.



Tampoco beber un solo vaso es educado. Lo normal es dos, pero si no haces ningún gesto te siguen llenando el vaso hasta que la botella se acaba y tu sobriedad con ella.
Si una moneda pequeña cae al suelo no hay que recogerla. Da mal fario.
En los cementerios no solo se visita las tumbas. Suele haber vasos para brindar por los difuntos.
Nada que no conozcamos aquí, solo que completado con tótems de varios tipos al margen de los altares convencionales.



En la zona que recorrí el grupo étnico mayoritario son los buriatos, que, básicamente, es la forma de denominar a los mongoles que viven en Rusia. Junto con los yakutos es la etnia más numerosa. 


Yurta. Habituales en Buriatia.


Curtido de pieles, actividad tradicional del pueblo buriato.


Aunque son budistas de rito tibetano el chamanismo está muy extendido en sus costumbres. Lo más chocante del caso es que sus ritos, como los de los evenkis, antiguos pobladores de la zona y ahora casi desaparecidos, se han contagiado a la población rusa.
El sincretismo religioso está a la orden del día.
Además se ha recuperado toda suerte de ceremonias entre lo folclórico y lo esotérico como las ofrendas que se hacen desde la llamada roca del Chamán, en Olkhon. En realidad algunas son ofrendas de nuevo cuño que se vieron fortalecidas con la presencia del turismo, sobre todo desde la propia Rusia pero también extranjeros. 
La Roca del Chamán o Shamanka, su nombre original (recordar que la palabra chamán es de origen ruso) es un lugar donde tradicionalmente se incineraba a los chamanes locales. En torno a ella hay leyendas sobre la presencia de un burjan que habita en sus cuevas. 



Roca del Chamán, Isla de Olkhom

El término burjan es confuso. Puede traducirse como dios, deidad o también como buda, según me explicaron en el campo de yurtas donde me alojé en un pésimo inglés (siempre mejor que mi ruso). Al igual que tampoco hay un consenso sobre lo que es un chamán.


En el interior de una yurta

En plan brocha gorda un chamán es un mediador entre los espíritus de la naturaleza y los humanos y también un sanador. El chamanismo sería pues una especie de "animismo mejorado".
También la isla es un lugar poblado por espíritus, fama que intentan potenciar los lugareños para animar al turismo.
Igual algún fantasma sufriente sí que queda. Más que nada porque en la isla hubo uno de los temibles gulag de la época soviética. Un campo de prisioneros en el que facturaban el pescado del lago incluso en los gélidos inviernos en que se alcanzan temperaturas de hasta -50ºC. Del campo en sí no queda ni rastro, salvo la ubicación que es conocida. Dicen que los pocos eslavos que habitan la isla descienden del gulag.


Uno de los caminos cerca del antiguo gulag

En todo el entorno del Baikal hubo varios campos de trabajos forzados y miles de personas penaron y murieron en la construcción de vías y carreteras, en minas o en fábricas. 


Pesqueros en el Baikal

De momento los espíritus más omnipresentes que vi en el Baikal son los lemmings. Estos roedores de la tundra se mueven sobre todo por la noche y al amanecer y hay muchos. 



Pero lo que sí encontré en esa isla tranquila fue otro tipo de magia. La del lago en sí, que en la lengua local llaman mar. El más profundo del planeta y con unas aguas tan transparentes que resulta difícil describir.



Vistas del lago Baikal desde Olkhom


Pasé unos días de sosiego. Luego me tocó seguir rodeando el lago-mar, visitar Ulan Udé, capital de Buriatia o vivir el Naadam, día de celebración para los pueblos mongoles y patrimonio de la Humanidad. Mi siguiente destino casi sonaba a broma en el centro de Siberia: Goryachinsk, literalmente lugar caliente.
Han pasado unos años. Ahora mismo todo esto parece tan lejos...






miércoles, 1 de septiembre de 2021

Mediterráneo por descubrir (III). Eurovelo 8


 Murcia qué horno eres. Que no se ofenda el personal, la pillé en un mal momento y hasta un paisano me dijo con cierta chufla que lo contara, que había quien no se creía que pudiera hacer tanta caló en la península.

En anteriores entregas hablaba de lo poco conveniente de realizar este tramo de la Eurovelo 8 en pleno verano. 

El término canícula tomó una nueva dimensión para mí en la ola de calor de Murcia, en que llegaría a ponerme a 47°C a la sombra. Pedalear pronto o al atardecer fue la solución. Y beber litros y litros de agua.

Llegué a la comunidad murciana y su capital fue la primera parada. Un relajante y económico albergue con piscina me dio la bienvenida tras un par de días de acampada libre.

Pero lo más sorprendente, para bien, es que toda la comunidad tiene señalizado al detalle el trayecto de la Eurovelo, lo que hace que puedas prescindir hasta de mapas. Una buena labor.


Panel de señalización de la Eurovelo 8

Murcia capital, además, es una ciudad muy fácil para moverse en bici, así como los alrededores, pues tiene numerosas pedanías que extienden la ciudad muchos kilómetros a la redonda. El río Segura y los parques aledaños facilitan mucho la labor.



Murcia capital

De Murcia volví a la costa mediterránea. Hasta San Pedro del Pinatar donde llegué de noche cerrada y tuve suerte de pillar alojamiento. Intentarlo por libre es difícil en la zona entre los montones de invernaderos y el tráfico.


San Pedro del Pinatar. Los molinos son frecuentes en la costa

La zona vuelve a ser otro apocalipsis urbano con un añadido que ya me habían comentado: el mar de plástico.

A lo largo de la pedalada me iba a cruzar con miles de hectáreas de invernaderos y campos de agricultura intensiva.


Residuos de plásticos procedentes de la agricultura

Como se ha podido saber estos días toda esa agricultura descontrolada tiene un coste ambiental muy alto. Lo vería en los siguientes kilómetros, en el agonizante Mar Menor.


Balnearios vacíos en el Mar Menor

Supongo que antes de la sobreexplotación agrícola la laguna interior debía ser un lugar precioso.

Cuando yo recorrí la costa los empleados de Tragsa se afanaban en quitar toneladas de algas con palas y excavadoras. 


Retirada de algas en el Mar Menor

Estas algas, causantes de la falta de oxígeno, encuentran nutrientes sin fin de los vertidos agrícolas indiscriminados y que tampoco hace falta ser un genio para intuir de dónde vienen. Cualquier turista a poco que pasee se encontrará con agricultura intensiva en zonas que, además, chocan por ser un auténtico secarral.

Aún así la zona tiene varios pueblos más relajados que la atestada zona de la Manga. Eso sí, con muchos establecimientos cerrados, la zona no es demasiado apetecible. También en todo el entorno hay formaciones geológicas de bastante interés fruto de la erosión y varios espacios naturales protegidos.

Esa misma mañana fui rodeando la Unión, ciudad célebre por sus minas abandonadas y su festival flamenco que dejé a un lado de la ruta. Desde allí a Cartagena es una carretera un poco incómoda pero de bajada. 

Me habían comentado ya que la deteriorada ciudad portuaria había pegado un cambiazo en las últimas décadas y realmente me sorprendió. 

El casco histórico, la ciudad romana y el frente marítimo son una gozada. Personalmente me pareció interesante el Museo de la Guerra Civil situado en un refugio antiaéreo y el de Arqueología subacuática. Comer tampoco está nada mal y es bastante económico.



Cartagena

Salir de la ciudad equivale a subir una cuesta que esquiva las instalaciones militares y que lleva al parque de Tentegorra, una zona arbolada donde los cartageneros suben de picnic. La parada es muy agradable, aunque las fuentes no tienen agua.

El tema del agua es muy problemático fuera de las grandes ciudades. Es mejor llevar reservas pues la zona es especialmente seca. Gracias especiales al agricultor que me trajo una botella de agua mineral cuando andaba con solo unas gotas en el bidón.


Acueducto de Perín

La ruta se adentra por pequeñas poblaciones y rodea la reserva natural de Sierra de la Muela, Cabo Tiñoso y Roldán. Un paraje que reservo para futuras visitas. La zona está bastante despoblada, con escasa cobertura  y pocos establecimientos. Interesante ver cómo se las han ingeniado a lo largo de la historia para aprovechar los pocos recursos hídricos. Hay una ruta temática.

Dormí en los campos de cultivo de Tallante, entre pequeñas casitas de campo.


Isla de Mazarrón

Desde la sierra bajé a Mazarrón, localidad dispersa en varias pedanías, con playas pequeñas y de la que me gustó Bolnuevo con sus Gredas. Unas caprichosas formaciones geológicas de piedra arenisca.


Gredas de Bolnuevo

Desde Bolnuevo se adentra la pista que transita por una zona de calas nudistas poco frecuentadas a las que no se puede acceder en coche, lo que las convierte en un lugar especialmente tranquilo. 

Al terminar este tramo me apenó ver por un lado de nuevo el mar de plástico y por otro varias playas atestadas de autocaravanas y furgonetas. Defiendo la acampada libre y respetuosa, pero no la acampada motorizada a lo bestia y en una zona natural.


Donde hay terreno llano hay invernaderos

Ya llegaba al fin de mis días de vacaciones y la última tirada me llevó a Águilas, última ciudad murciana y frontera con Almería.



Águilas


Me despedí de Murcia con un menú de pescaíto frito de toque ya muy andaluz. Un paseo por la ciudad y empezó la odisea de volver. Pocos buses, cercanías lentos... Así que tuve que coger tren a Murcia capital primero, luego otro hasta Valencia y, desde allí, lo más rápido fue coger un bus hasta Zaragoza.

Me han quedado ganas de volver. He encontrado con un Mediterráneo que es mucho más que chiringuitos playeros y hordas de turistas. Lleno de Historia (así con mayúsculas) e historias. 

Aún sin alejarse mucho de tu propio entorno uno siente que se mueve... siempre un poco más lejos.



Tramo Murcia-Águilas de la Eurovelo 8

Tramo 226kms.

Ficha técnica

Tarragona-Águilas del 3 al 15 de Julio de 2021

Distancia total recorrida 923km

Alojamiento en camping, albergue y acampada libre

Bicicleta VSFahrradmanufaktur T300

Cubiertas antipinchazo Schwalbe Marathon Plus






martes, 24 de agosto de 2021

Mediterráneo por descubrir. Eurovelo 8 (II)

 Mediterráneo por descubrir he llamado a esta serie de entradas.

¿Queda algo por conocer del Mediterráneo? Pues realmente sí. 

Más allá de las grandes ciudades y destinos turísticos o del atestado turismo playero de lugares como Benidorm hay todo un mosaico de enclaves naturales, pequeños pueblos y gentes que quedan fuera del foco de la gran industria del turisteo. Eso sí, en la costa son la absoluta excepción.





Mi paso por la provincia de Alicante me lo demostraría, aunque eso tocará más adelante.

Me había quedado en Valencia y el paseo urbano por la ciudad, así como la salida a través del Turia hacia la playa del Saler y la Albufera.

La extensión playera de Valencia es un buen lugar para animarse con la omnipresente paella. Hay restaurantes a patadas y una norma de sentido común: si te parece muy barato probablemente no sea muy bueno. Pero es fácil acertar.

Ya en el Saler empieza el parque de la Albufera. Un espacio natural humanizado que aún vive de la pesca tradicional y el cultivo de arroz. Perderse por sus alrededores es un placer. Además es de las pocas lagunas costeras de este tipo que sobreviven en Europa. Muchas fueron desecadas por la rapiña urbanística o agrícola.


Embarcadero. Albufera de Valencia

Aunque la eurovelo discurre por el interior para evitar el tráfico la costa también es una buena alternativa y hay caminos en el interior del soto por los que se puede ciclar.

Tras el remanso de paz otra vez el aluvión de casas. Cullera y Gandía son el aperitivo del monstruo urbano en que se ha convertido la costa, sobre todo en Alicante. Miles de edificios sin gracia ninguna uno tras otro. Al que le guste todo para él. No es lo mío.

Aún así hay algún patrimonio interesante al que dedicarle un vistazo, pero el exceso de coches puede ser agobiante en el momento en que sales de las vías ciclables.


Idílica imagen de Cullera

Aunque aquí la eurovelo 8 reserva una sorpresa pues esquiva buena parte de la costa de Alicante penetrando al interior de la provincia, un perfecto desconocido para la gran mayoría del turismo que no se aleja mucho de la costa.

Desde Gandía sale la Vía Verde del Serpis, también conocida como Tren de los Ingleses, que llega hasta Muro, aunque, por desgracia, es más una pista de BTT en algunos tramos que lo que podemos entender por vía verde. No es ideal para hacer con alforjas y toca pegar unos cuantos botes hasta la localidad de Lorcha. Por otro lado el paso por el desfiladero del Racó del Duc y la belleza de la zona merece la pena.


Vía verde del Serpis, Racó del Duc

La España vacía también está aquí. Paradojas del turismo que, a un paso de la atestada costa, solo encontremos pueblecitos durante 40km hasta llegar a Muro de Alcoy. 

Tras Muro el trayecto me deparaba una sorpresa. No conocía Cocentaina y su Palau Comtal. Un impresionante recinto amurallado, entrada libre y amable atención al ciclista. No vivían mal estos condes...


Palau Comtal, Cocentaina


Ya es un paseo llegar hasta Alcoy, pequeña ciudad que me recordó mucho por su orografía a Teruel y que me gustó. Inconveniente: ya empezaba a apretar una ola de calor que me machacaría en días sucesivos. Aún así me dio para un agradable paseo y luego empezar a subir.


Alcoi. Monumento al músico y actor Ovidi Montllor.


Empieza el trayecto por una cómoda y bien acondicionada vía verde de Alcoi, aunque muy corta, con sus 10km nos permite vistas al parque natural de Font Roja y te deja listo para subir la que sería máxima elevación de mi ruta, el puerto de la Carrasqueta. Un balcón natural al Mediterráneo desde sus 1020m. 


Señalización de vía verde, Alcoi

A estas alturas del día la temperatura rozaba los 40ºC y yo iba echando el bofe, así que la bajada me sirvió de refresco. Paré de camino y encontré un camping con personal muy majo y cazurros que entienden estar acampado por hacer cuanto más ruido y humo de barbacoa mejor. 

Alacant-Alicante es una ciudad para recorrer con calma, si tal cosa es posible. Es punto de atraque de cruceros y las hordas de turistas siguiendo un guía impresionan. Aunque también impresiona, por lo menos a mí, cómo las terrazas se han comido las calles del casco histórico. El barrio de Santa Creu aún así hay que recorrerlo y esquivar las "clavadas" en forma de cañas y tapas a precios alemanes por calidad... dejémoslo en cuestionable.



Momento milagro en la Catedral de Alicante


La salida de la ciudad es por el paseo del Palmeral y el parque del mismo nombre, luego viene lo malo.


Paseo Alicante

Desde Alicante hay que enfrentarse a una de las partes más feas del recorrido: rodear el aeropuerto de Alicante-Elche. No hay solución buena. Es un horror de carreteras con mucho tráfico o pistas de tierra en pésimo estado. Mi consejo es tirar por la carretera secundaria que nos lleva hacia Torrellano porque los alrededores del aeropuerto están literalmente llenos de basura.


Por seguir Google Maps acabé en este basural

Siguiendo con la calorina recalé en Elche/Elx, otra ciudad desconocida para mí y que tiene un toque entre oasis saharaui con sus impresionantes palmerales y ciudad barroca por su casco histórico. Gracias Elvira por ser mi guía espontánea y explicarme la tradición secular del Misterio de Elche con la pariente venida de Suiza.



No lo pude evitar...

Por supuesto en esta ciudad no hay que perderse el Huerto del Cura. Un jardín artístico realmente singular con ejemplares únicos de palmeras.


Palmeras. El árbol ilicitano por excelencia

El cuerpo no me daba para mucho más así que paré a descansar y vuelta hacia la costa al día siguiente.

Una vuelta un poco extraña de la ruta lleva hasta la costa de nuevo, a Guardamar de Segura y su zona natural, varias lagunas y albuferas donde se pueden observar multitud de aves. Importante mantener silencio, aunque la cercana carretera hace un ruido atronador.

Desde allí vuelta al interior, a Orihuela, donde se homenajea a su paisano más célebre: el poeta Miguel Hernández. Para dedicar un tiempo y releer aquello de: En Orihuela su pueblo y el mío...




Orihuela

Orihuela tiene más para ver y, a una corta tirada en bici te deja en la Comunidad de Murcia. 

De más pedales y más calores en la próxima.

Trayecto propuesto para Eurovelo 8
Valencia-Murcia
En mi recorrido 385km