Quien espere un segundo de respiro ha venido al lugar equivocado.
Delhi
se suma a la lista de megápolis asiáticas como Hanoi, Beijing, Teherán o
Shanghai, teniendo en común con éstas un tráfico insoportable, una
permanente sinfonía de pitidos y ruido y las mareas de gente de todas
estas urbes, pero con el añadido de ser mucho más sucia que las
anteriores y, por supuesto, con su propio bagaje cultural, en este caso
la Incred!ble India, de la que hablan las campañas de publicidad del Ministerio de Turismo Indio.
Porque
sí, en efecto, India es increíble y sólo se podría alcanzar a entender
mínimamente según nuestros limitados ojos occidentales tras mucho tiempo
de asimilación, lectura y convivencia, si es que la convivencia es
posible en ciudades como Delhi, la vieja y la nueva. La destruida y
reconstruida. La ciudad que vio morir a Gandhi y nacer el sueño de la
India independiente y por la que pasaron mongoles, arios, británicos y
toda suerte de aventureros cuya patria era el dinero o el saqueo.
Pese
a su tamaño, a ser una ciudad que se antoja inabarcable, sus puntos de
más interés pueden recorrerse en dos o tres días, habida cuenta de que,
salvo forma física extraordinaria y un inaudito sentido de la orientación,
será imposible hacerlo a pie.
Pahar Ganj,
barrio de alojamientos populares y mercados que nosotros encontramos en
una especie de remodelación, con las alcantarillas al aire y derribos
que dejaban viviendas al aire y tiraban tiendas con el género dentro,
pude ser un buen punto de partida.
Porque
este viaje no es sólo de este blogero solitario, como no lo son la
inmensa mayoría de las fotos que vereis aquí, sino también de Ana,
compañera, amiga e infatigable viajera.
Aprovechen, que nos verán poco.
De
Pahar Ganj salimos el primer día en acelerado tour para encontrarnos
con la Puerta de la India, el Parlamento y la limpia zona institucional,
lugar donde íbamos a comprobar lo que sería una constante durante todo
el viaje, que el turismo que va uno encontrando en la temporada baja,
época del Monzón, es esencialmente de la propia India. En estos espacios
la gente mayormente se saca fotos, merienda, pasea, algo impensable en
el resto de Delhi... Para una visita más o menos rápida de esta zona, si
queremos añadir lugares un tanto lejanos, es mejor contratar un ricksaw
o taxi durante una mañana o bien prepararse para la caminata de tu
vida.
Mucho más lejos merece la pena una visita al Templo de Loto,
un espacio de la peculiar religión Ba’Hai, un extraño híbrido religioso
nacido entre Irán y la actual Israel, que tiene su sede central en
Haifa y aquí un espectacular templo con horarios bastante restringidos.
Templo de Loto, una cosa rara
Una propuesta de caminata:
Para
los muy aguerridos, desde Pahar Ganj una propuesta interesante puede
ser remontar la insoportable avenida Nehru para difrutar del verdadero
ambiente de la ciudad y llegar, previa parada para tomar té en alguno de
los chiringuitos de camino en los mercados que se atraviesan, al Museo Gandhi.
Un lugar ideal para hacer un poco de mala leche, habida cuenta de la
situación actual del país y de sus patentes desigualdades sociales. Con
que se aplicaran los puntos propuestos por Gandhi en 1931 ya se
obtendría un avance social más que considerable, pero parece que de
Gandhi queda este interesante y documentado museo y su lugar de
cremación, el Raj Gath, un parque donde relajarse y
meditar, en el que están los lugares de cremación de Gandhi, Nehru,
Indira Gandhi y sus hijos, todos ellos asesinados por militantes de los
diferentes conflictos políticos que agitan, aún hoy en día, el
subcontinente.
De
la historia reciente de la India podemos dar un salto a su pasado y
presente musulmán, con pasar una avenida y caminar unos 500 ms hasta la Jama Masjid, la mezquita más grande de la India, de clara inspiración persa.
¡Ojo! La entrada a la mezquita es gratuita.
Se cobran 200 rupias por la cámara, pero no 200 a cada miembro del
grupo que entra y si nadie lleva cámara el coste es cero. Pequeña
discusión tuvimos por ello. Y no olvidar que es una mezquita, ni shorts,
ni hombros al aire, ni similares o también pagaréis por el consabido
pareo o mantón, según vuestro nivel de “descoque”.
¿Aún no estáis cansados? Pues nada como acercarse al Fuerte Rojo,
a ver ondear la bandera india sobre la puerta principal, símbolo del
orgullo patrio y de una de las proclamas nacionalistas: India no lo
sería hasta que la enseña del país ondeara encima del bastión del Fuerte
Rojo, símbolo un tanto deteriorado del pasado mongol de la ciudad.
Otros
lugares que se pueden recorrer en un tiempo más o menos breve, son el
templo sikh de Bangla Sahib, con una atención exquisita a los turistas
que lo visitan, que incluye folleto gratuito en castellano explicando la
peculiar filosofía de esta minoría religiosa originaria de Punjab. Y
por supuesto la tumba del emperador mongol Humayun, muestra del momento
de máximo esplendor de los mughal en la ciudad. Este pequeño Taj Mahal
merece un recorrido tranquilo para disfrutar todos sus rincones.
Pero
qué mejor que ir y verlo. Delhi quizá no sea un sitio para grandes
goces de los sentidos como otras capitales asiáticas (Desde luego bien
poco que ver con Jerusalén, Damasco o Hanoi) de hecho tiene un algo
deprimente en su exceso de humanos y en su falta de humanidad.
Que
alguien se estrelle y nadie de los cientos de personas que pasen por la
calle se inmute, salvo la guiri solidaria que recoge sus llaves caídas y
se preocupa por el accidentado, como quien escribe pudo ser testigo,
revela a lo mejor que Delhi es, como decía Nietzsche, humano, demasiado
humano.
Qué ver en Delhi: Tumba de Humayun, Templo Birla Mandir, Jama Masjid (Mezquita del Viernes), Fuerte Rojo, Museo y gath de Gandhi...
Un lugar donde dormir: Hotel Diamond, Bº de Pahar Ganj diamonddxgh@yahoo.com
Dónde comprar:
People Tree http://peopletreeonline.com/. Parte de los beneficios de
esta tienda van a proyectos solidarios y todos sus productos son de
comercio justo.
Spice Maker (Amit Goel) en Pahar Ganj, un chiringuito de especias que vende té de procedencia ecológica.
Qué leer: City of Djinns de William Dalrymple. En castellano en Ediciones B con el título de Ciudad de Djinns. Un Año en Delhi.