Cuando aterrizas en Delhi,
los alrededores del aeropuerto, como en realidad buena parte del país,
te dan una idea de provisionalidad, de horizonte desvencijado, cubierto
por una nube de permanente smog a la que acompaña una sinfonía de
pitidos y motores de todo tipo.
El
transporte hasta la ciudad te acerca generalmente a uno de los primeros
sitios que conoce todo mochilero, la atestada estación de Nueva Delhi y
el barrio de Pahar Ganj, lugar de alojamientos económicos y mercados.
Los
turistas se alojan en Pahar Ganj y los sin techo se alojan en la
estación. Cientos de personas viven en la misma estación o sus
alrededores. Incluso en la estructura del techo malviven niños de la
calle, de los que se ocupa una ONG sita en el mismo barrio. De
papá-Estado poco pueden esperar estos críos. Papá-Estado sólo es un ente
lejano que mueve y se mueve en los engranajes económicos de los grandes
asuntos. Los humanos son otra dimensión.
La
pregunta es fácil, suena demagógica y, si le das demasiadas vueltas,
puede amargarte el viaje: ¿No es esta una de las potencias económicas
del planeta? O, reformulada ¿No es India uno de esos célebres países
emergentes, productor de tecnología punta y líder, por ejemplo, en
telecomunicaciones y software?
Caminar por la avenida Nehru,
al centro neurálgico de este monstruo urbano da idea de lo que vas a
encontrar. Familias enteras viven con una tela en el suelo por toda
vivienda, se alinean en las aceras, comen lo que pueden y hacen sus
necesidades en la calle. En cualquiera de las 3119 ciudades de India
encontrarás un paisaje parecido.
Todo
ello pensando en que India es uno de los selectos países que forman lo
que se ha dado en llamar BRIC (Brasil, Rusia, India, China), economías
que tienen en común ser países con un territorio extenso, una gran
población y un reparto desigual hasta el extremo de la riqueza.
Pero
el viaje sigue, hay mucho para ver. Esplendor de palacios de las
dinastías rajastanís y mongolas, mientras te vas aproximando a la tensa
frontera con Pakistán. Trayectos por una realidad rural que va
expulsando a millones de personas hacia las aglomeraciones urbanas.
Economía de subsistencia, dificultad para el acceso al agua y consumo de
agua ponzoñosa.
En Khuri (Desierto del Thar) un chaval de unos 12 años nos vende una botella de agua. Tomamos té, charlamos, quiere estudiar informática.
La
India es uno de los principales exportadores de trabajadores altamente
cualificados para el sector financiero y la ingeniería de software.
Otros sectores tales como la biotecnología, la nanotecnología, o las
telecomunicaciones, están mostrando un gran potencial y altas tasas de
crecimiento.
Tras
el desierto del Thar, donde India probó su primera bomba atómica, los
atestados trenes de India, las estaciones de nuevo y su deambular de
millones de personas. Es difícil que un tren llegue puntual a destino,
pero la población está acostumbrada. Por otro lado el tren es una
inagotable fuente de flashes visuales, de conversaciones cruzadas y
también de población amable dispuesta a aclararte dónde está tu sitio en
un convoy que puede transportar a cinco mil personas a un tiempo.
La ruta lleva hacia el Este y nos deja en Jaipur,
la ciudad rosa, atestada urbe de cuatro millones de personas,
aproximadamente, aunque las estadísticas oficiales la sitúen en uno
menos.
¿Cuánta gente vive en India?
Nadie puede asegurarlo con certeza, mucho menos aún la que puebla las
ciudades, donde las personas van y vienen para hacer negocios o
enfrentarse a la antológica burocracia india. La ciudad rosa, color
relacionado con la hospitalidad, es bulliciosa y comercial, con un casco
histórico reflejo de un pasado glorioso y un presente repleto de
tráfico rodado infernal.
Siguiendo la ruta hacia Oriente, parada en Fatehpur Sikri,
la ciudad soñada por Akbar, que tan sólo estuvo poblada una décadas y
que es punto de peregrinación musulmana. Y tras ella es obligada la
visita al sepulcro más bello del mundo, el Taj Mahal, convertido en una especie de parque temático, pegado a la ciudad de Agra, mucho menos superpoblada, para adentrarnos, aunque sea levemente en la realidad rural de localidades como Khajuraho y sus templos consagrados a las más increíbles acrobacias sexuales.
Llegar a
Varanasi-
Benarés, es encontrar el Ganges, río de la vida, personificación de las
ideas de karma y reencarnación, pero otra realidad, más dura que la de
los cuerpos ardiendo a orillas del río o los bebés arrojados tal cual es
la del
estado del río Ganges en sí.
La
actividad industrial a orillas del mismo es creciente y los vertidos
descontrolados. Asimismo 119 ciudades vierten aguas negras y cuerpos
parcialmente quemados al sagrado cauce. Río abajo, el agua sin tratar se
emplea para beber, lavar y bañarse.
Un leproso pide dinero en las calles de la espiritual Varanasi.
150.000 nuevos casos anuales de lepra de media,
auque las ONG duplican la cifra, enfermedad perfectamente curable y
fácil de prevenir desde hace décadas, en un país que presume de su
programa aeroespacial. Paradójicamente la atención a los enfermos de
lepra no corre por cuenta del estado y es en su mayor parte, atendida
por ONG y fundaciones de diferentes zonas del mundo rico, aunque, según
los datos económicos, India en sí es el mundo rico. Bueno, quizá sería
más exacto precisar, el mundo donde algunos se enriquecen.
En
la cara hacendosa de la ciudad, venta de saris y preciosas prendas
confeccionadas con la mítica seda de Benarés. La ruta del opio, la ruta
de la seda, ha cambiado muy poco en cientos de años, sólo que ahora son
grandes corporaciones las que sacan una alta rentabilidad de ellas. En
la cara oculta tensión religiosa entre las comunidades musulmana e
hindú. Una avenida, a un lado musulmanes y a otro hindúes.
Pero
los viajes terminan y hay que volver, no sin aclarar, lector, que si
uno quiere turismo al uso, dispone de excelentes guías y webs para
visitar India. Increíble India, según el Mº de Turismo. Viajar es mirar, observar, rara vez intervenir, en India todo parece tan inmenso y tan lejano.
El
vuelo me trae de vuelta, habré comprado telas típicas, ropas
confeccionadas en las sweatshops, tiendas de sudor, donde las
condiciones laborales son inhumanas, o té recolectado en condiciones de
semiesclavitud... Viajar es conocer, como lo es leer, formarse, pero la
realidad india puede desarmarte.
Eso sí, no cabe duda, la frase hecha es aquí más real que nunca: el capitalismo funciona. Para algunos.
El primer día del Monzón