El turismo en Aragón se basa en
modelos muy concretos y etiquetados: rural, religioso, de aventura y
el monocultivo de la nieve, en el que se despilfarran millones.
Frente a las grandes cifras el Camino
de Santiago por Aragón, en realidad uno de los ramales del llamado
Camino Francés, también conocido como vía tolosana o de Arlés,
pasa un poco desapercibido. Es una alternativa económica de conocer
arte, paisaje, gentes y gastronomía que debería ser merecedora de
mejor fortuna.
Aunque sí que cuenta con un apoyo
decidido a nivel municipal en localidades como Jaca o
Sangüesa/Zangoza una queja común cuando lo recorres es la falta de
apoyo institucional. De instituciones que, por ejemplo, no dudan en
querer inundar parte de este declarado Patrimonio de la Humanidad
en 1993 con el recrecimiento del pantano de Yesa.
Llegar al comienzo del trayecto ya
puede ser una aventura. Una alternativa es el canfranero, ferrocarril
que sigue empeñado en buscar su propia extinción a base de mantener
en circulación los conocidos como tamagochis, automotores con su
olorcillo a gasoil que tardan, con suerte, casi 4hs en cubrir los
160km que separan Zaragoza de Canfranc, cuya estación, por cierto,
está a pie del Camino Jacobeo. También se puede llegar a lo que,
realmente, es el punto 0 del camino en la península ibérica tomando
el bus a la estación de esquí de Candanchú, pero te deja allí casi de noche.
Antes que nada, el clima. Por pura
lógica, salvo titanes del trekking o el cicloturismo, los meses
invernales quedan vedados para el recorrido. Además la cabecera del
río Aragón y sus afluentes pirenaicos es una zona de especial
pluviosidad.
El primer tramo del camino discurre por
un hermoso paisaje de montaña, con pequeñas joyas como san Adrián
de Sasabe. Bien señalizado pero con el inconveniente de que
realmente no existen albergues de peregrinos, si no de propiedad
privada, aunque muy bien equipados y en excelentes condiciones de
conservación. Por comer y dormir, si se tiene buen bolsillo, no
habrá problema pues abundan las instalaciones de la industria del
esquí.
Ya en esta parte del recorrido se echa
en falta una constante a lo largo de todo el camino: las alternativas
ciclables. Miles de personas transitan los diferentes caminos a
Santiago en bicicleta y son muchos los albergues con espacios
específicos. Pero, por contra, son casi nulas las indicaciones en
guías, mapas y oficinas de turismo para las vías por las que se
puede pedalear y las que no.
Esto conduce a los ciclistas en más de
una ocasión a situaciones comprometidas, como enfrentarse a largos
tramos de escaleras o a senderos que serían complicados incluso en
BTT, cargados con alforjas.
En Jaca un estupendo albergue de
peregrinos que se queda pequeño en numerosas ocasiones, otra
constante en todo el camino. Cuando toca sellar la credencial que
acompaña al peregrino mejor pensar en hacerlo en la Oficina de
Turismo, pues en la espectacular catedral medieval los horarios son
más limitados.
Para los creyentes una paradoja: en una
ruta que se hacía por fe serán muy pocas las iglesias donde puedan
practicarla y menos aún en las que puedan sellar su credencial. Con
apertura diaria estable sólo las jacetanas desde Somport hasta
Zangoza, más de 100km. Lástima asimismo perderse algunas joyas
artísticas por ello.
De camino restos del incendio forestal
de Atarés antes de llegar a Esculabolsas y comprobar, gratamente,
como en Santa Cilia se opta por la rotulación bilingüe en
aragonés/castellano. Desde allí comienza una verdadera odisea por
la despoblación que da una imagen fidedigna de una de las más
terribles realidades aragonesas. Decenas de kilómetros sin un cajero
automático (mejor llevar provisión de dinero), con cobertura
deficiente o nula de móvil y, con frecuencia, sin una simple tienda
donde aprovisionarse.
La única opción desviarse del camino, en
algunos casos una buena tirada.
Estupendo el Hospital de Peregrinos de
Arrés, institución altruista llevada por voluntarios de Amigos del
Camino de Santiago. Destacar que es de los pocos que se mantiene
abierto todo el año.
Porque ese es otro de los problemas de
la senda. Son pocos los albergues que abren de forma permanente.
Especial mención al despoblado Ruesta, cedido al sindicato CGT, que
resiste aún con trabas burocráticas tan absurdas como la que obligó
a cerrar el camping por un recrecimiento que, aunque se llevara a
cabo, no lo anegaría.
Y si hablamos de problemas el propio
pantano de Yesa es uno de los mayores como ya he dicho. Por lo pronto
porque inundó ya una parte del camino original y porque condiciona
la vida de los escasos habitantes de la zona. Pero Yesa recrecido
además inundará ermitas, necrópolis y villas romanas, además de
parte del trazado del camino. El paso por Artieda, ejemplo de
resistencia contra el pantano y lleno de pancartas y murales de Yesa
No, nos recuerda la lucha contra el mismo.
Como también es una amenaza la posible
construcción de la mina de potasas Muga. Una atrocidad que podría
sembrar de montañas de sal la misma linde del camino y contra la que
se ha movilizado la población de varios pueblos como Undués de
Lerda, parada imprescindible de la ruta y último pueblo aragonés.
Desde Undués varios despoblados y el
paso de la muga con Nafarroa que cambia la realidad. Nos encontramos
con esa especie de peculiar resort turístico del orgullo navarro que
es el Castillo de Javier. Una paradoja de este lugar es que, aunque
de indudable raigambre histórica, lo que vemos ahora es una
reconstrucción de poco más de un siglo de antigüedad
Y de aquí hasta el final del camino
aragonés, ahora ya navarro, la cosa mejora en algunos aspectos. Hay
más población y se nota, como también es palpable una mayor
inversión del Gobierno Foral en la ruta jacobea.
Aún así es una zona donde los precios
suben y los alojamientos son irregulares. Triste comprobar que
algunos lugares, como el albergue de Izco, no abren hasta mayo y en
octubre ya cierran, con lo que el tiempo se limita y el peregrino
queda expuesto a la acampada libre o los precios más elevados de las
casas rurales.
La ruta sigue hasta concluir en Puente
la Reina de Navarra y lo primero que llama la atención es que la
cantidad de peregrinos fácilmente se multiplica por diez. El camino
que se inicia en Roncesvalles está mucho más transitado y
promocionado. No olvidemos que en los últimos años la cifra de
peregrinos ha crecido exponencialmente hasta llegar a los 278.041 del
año 2016.
En este trayecto se ha generado toda
una industria en torno a la peregrinación a Santiago que ha llegado
a la caricatura hasta el punto de poder comprar en máquinas de
vending tu propia concha de peregrino y que ha desvirtuado un poco la
idea original al existir una planificada red que transporta las
mochilas entre paradas.
Del recorrido aragonés destacable el
entusiasmo no sólo de los que lo transitan, sino de muchas de las
personas que trabajan en él. Es una fuente de creación de empleo
constante, como lo ha sido a lo largo de los siglos, pero se agradece
la colaboración de aquellas personas con las que te cruzas.
Para terminar, tomar partido. Animar a
que, por el motivo que sea, te pongas a caminar o a pedalear a
Santiago o hasta donde llegues. Seguro que te sentará bien.
Y no preocuparse demasiado por los
grandes monumentos, que los hay y por cientos. Por ello quizá sus
fotos no ilustran este artículo. Mirar los rincones, lo que ha ido
haciendo la gente de a pie y lo que siguen haciendo quienes habitan a
los lados del camino seguro que nos sirve de fuente de aprendizaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario