Los aficionados al cicloturismo de
alforjas y a la BTT las conocen de sobra, pero las vías verdes
aragonesas, recuerdo de los tiempos gloriosos del ferrocarril o los
paseos tranquilos por la orilla de nuestros ríos, merecen más
atención. No sólo eso, sino que, con una pequeña inversión, se
podrían crear nuevas rutas que generarían un modelo de turismo de
naturaleza y deportivo poco conocido aún en nuestra tierra y con
escasa, casi nula, explotación turística.
Un modelo positivo porque, por una vez,
la centralidad de Zaragoza queda en un segundo plano y se nos plantea
una alternativa para conocer lo rural, lo natural, el paisaje
agrícola y esos espacios de soledades que nos ofrece el despoblado
aragonés.
En este artículo no trataré solo de
vías verdes en el sentido estricto del término, o sea
infraestructuras ferroviarias en desuso reconvertidas para recorrido
ciclista y peatonal. La idea es ampliar a los espacios ciclables de
cierta entidad y recorrido.
En una primera mirada no es una vía
verde el espacio más ciclado y transitado al margen de las
carreteras en Aragón sino el Camino de Santiago. Son miles los
peregrinos a pie y un 10% de ciclistas en un recorrido que precisa de
una señalización ciclable más detallada.
Camino de Santiago. Camino Francés cerca de Martes
Por supuesto la estrella es el Camino
Francés, pero paralelo al Ebro y casi coincidiendo con el GR-99 o
Camino Natural del Ebro discurre otra ruta jacobea, mucho menos
transitada y en no muy buen estado, que nos deja en Logroño para
empalmar con la vía más popular.
Camino de Santiago a su paso por Zaragoza
No es la única vía que discurre por
un río. En Aragón también arranca la GR 113, que recorre el
larguísimo curso del Tajo por más de 1000km. Un recorrido para
tomarlo con ganas en su inicio, con pocos alojamientos y menos
conocido de lo que merece. Parte de Albarracín, aunque en realidad
el Tajo nace a 30km de allí. Paradojas del turismo.
No es Juego de Tronos, es el nacimiento del Tajo
La posibilidad de recorrer el curso de
los ríos, una de las rutas ciclistas normalmente más atractivas, en
Aragón tiene una asignatura pendiente. Los cursos del propio Ebro,
Gallego, Huerva o Jiloca ofrecen muchas posibilidades que no se
aprovechan y las sendas naturales que los recorren adolecen de falta
de todo tipo de carencias, convirtiendo en inviable la práctica del
ciclismo en buena parte de su trayecto. Un ejemplo europeo a seguir
podría ser el Danubio, con más de millón y medio de cicloturistas
anuales y un referente mundial de ruta ciclable con un doble
beneficio: genera trabajo y ayuda a preservar el entorno fluvial.
El paraje del Santo en Tosos, junto al río Huerva
Dentro de las vías verdes propiamente
dichas la más veterana y probablemente la más cómoda es la Vía
del Tarazonica entre Tarazona y Tudela. Una vía ideal para hacer en
familia, totalmente plana, con un mantenimiento aceptable y que se
puede hacer ida y vuelta. Con sus 22kms se puede realizar
prácticamente en cualquier época del año.
También entre Aragón y Valencia
tenemos la vía verde más larga del estado, Ojos Negros-Sagunt con
sus 160km. Aún con sus carencias en general está bastante bien
acondicionada, señalizada y algunos negocios de hostelería han
visto la oportunidad de la misma. Alguna fuente más se agradecería.
Cella. Vía Ojos Negros-Sagunt
El viaducto ciclable de Albentosa
Otra vía verde larga es la Val deZafán, que empalma con Baix Ebre en la vecina Tarragona. Toda una
muestra de trayecto desaprovechado. Un pedregal infame en sus
primeros kilómetros, sin tan apenas una simple área de descanso que
se transforma a partir de Valdealgorfa en un recorrido ciclista de
primer orden, cómodo y que en Catalunya es un recorrido transitado
por miles de personas. Una mínima inversión podría acondicionar
todo el trayecto, pero no parece que las instituciones estén por la
labor.
Llano de Chumilla. Vía verde Val de Zafán
Y de las vías que son a las que
podrían ser.
Un ejemplo es el antiguo ferrocarril de
Utrillas, que atravesaba un paisaje estepario ahora mismo muy
despoblado.
Sobreviven estaciones del mismo, alguna
de ellas en bastante buen estado y el trazado de la vía se mantiene
convertido en pistas y caminos en algunas ocasiones. Fueron 127 kms y
una posibilidad de ejecutar una vía verde a la que se puede acceder
además desde el C-41 directamente desde Zaragoza evitando el tráfico
rodado de la salida de la capital.
Detalle del sendero C-41
La línea Calatayud-Caminreal, conocida
como Ferrocarril central de Aragón recorría el valle del Jiloca y
tenía estación en Daroca. Aún hoy se mantienen bastantes
instalaciones e incluso ha habido proyectos de ponerla de nuevo en
funcionamiento, aunque de momento la cosa lleva parada 10 años. La
vía tiene además la posibilidad de acceder en tren, tiene
patrimonio cultural y belleza paisajística.
Hay mucho por disfrutar y
por conocer, pero con un esfuerzo podría ser más y mejor.
Aquí van unos cuantos ejemplos, pero
un estudio detallado de otros viales cicloturistas puede dar idea del
volumen económico que puede generar un trayecto verde.
El valor añadido que genera el
ecoturismo no es solo económico sino que fija población en su
entorno. Una población que, asimismo ejerce de guardarecursos,
además de garantizar temas no menores como limpieza del entorno,
mantenimiento de pistas o desbrozado para prevenir incendios.
Aragón cuenta, además, con la ventaja
de estar vertebrado por un ferrocarril bastante precario pero en el
que hay opciones para montar bicis en muchas pequeñas estaciones y
que cruza tanto el eje Norte-Sur como Este-Oeste. También hay muchas opciones para transportar las bicis en autobús.
Así pues, solo queda animarse a
recorrer y conocer algo más de nuestras vías verdes. La mejor
opción de mejora es su uso.
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