jueves, 10 de agosto de 2017

Transporte público y bicicletas. Lento pero seguro.

En la actualidad, no hay que negarlo, llevar una bicicleta en transporte público interurbano se ha vuelto mucho más fácil. Ya no es tan habitual algo que tantas veces se denunciaba desde los colectivos ciclistas: malas caras, impedimentos o restricciones absurdas.
Años de reivindicaciones y una mayor sensibilidad de las empresas, que también han visto una oportunidad de negocio, han dado sus frutos y las transformaciones avanzan lento pero seguro.
En general el transporte en bus es sencillo y hay diversas, aunque no baratas, alternativas de paquetería. El ferrocarril pegó un salto de gigante con el cambio de normativa pero sigue sin ser fácil transportar una bici en algunos trenes, quedando a merced del personal que te toque en suerte en muchos casos. En las próximas líneas recorreré todas las posibilidades.
Hoy en día muchas compañías de transporte han visto el filón en el creciente número de ciclistas, que se concentra aún más en recorridos como el Camino de Santiago con sus bicigrinos (23.347 en 2016) o en zonas costeras.



Así pues todas las compañías de bus tienen ya su tarifa fijada y un número máximo de bicis por vehículo. Las tarifas van desde la gratuidad de una compañía como Therpasa, pasando por los 3 euros de Hife (gratis en Catalunya), los 5 euros de Jiménez o 10 de Alsa hasta los 19 euros del grupo Monbus. En algunas de las compañías se deja claro que se pueden transportar hasta tres bicis si se considera que hay espacio suficiente.
En general el criterio de empaquetado es bastante laxo. Suele bastar con desmontar la rueda delantera y proteger cadena y pedales. Eso sí hay compañías especialmente estrictas en el embalaje, caso de la citada Therpasa, y no siempre es fácil empaquetar una bici. Con que te exijan quitar los pedales (labor a veces difícil y para la que nadie viaja con la llave apropiada) ya te ponen en un aprieto considerable.
Para ello se pueden obtener bolsas en alguna estación, en el caso de Aragón solo en la Intermodal de Delicias en paquetería de autobuses. Si la necesitas te venderán una funda de tamaño considerable que recuerda vagamente a un saco de dormir. Paradoja: la bici sin embolsar molesta pero un envoltorio desproporcionado no. Aún así es de agradecer pues este servicio es una rareza a nivel estatal y solo se encuentra en unas pocas estaciones de las ciudades más grandes.
El tren es otra cosa y entramos en el terreno de la arbitrariedad. Sobre el papel se pueden transportar bicicletas en cualquier tren y la normativa de Renfe lo ampara, pero en la mayoría de los de larga distancia hay un inconveniente: no caben ni aún empaquetadas sin molestar al pasaje. Renfe cambió la ordenanza para permitir el transporte de bicicletas en todos sus trayectos, pero eso fue todo porque no se habilitó espacio en la mayoría de los convoyes para este tipo de equipajes, aún ciñéndonos a la medida especificada, una funda o caja de 120x90x40cm.


Sujetando la bici con el cinturón para discapacitados (y aún así va justa)


En la larga distancia tenemos un problema y es que el bulto de la bici desmontada y enfundada no entra en muchos portaequipajes, menos aún en las estrecheces del AVE. Depende a veces de “sentarla” en algún asiento vacío o encajarla en cualquier hueco, como puertas que no se vayan a utilizar. Invito a visitar páginas de cicloturismo para ver los diversos intentos de enfundar la bici para su transporte con mucha imaginación y diversa fortuna.
En el caso aragonés tenemos un amplio surtido de trenes vetustos de Media Distancia en que se pueden llevar las bicis montadas, pagando un suplemento de 3 euros si se hacen más de 100km. Otra cosa es que las condiciones sean óptimas, pues por un lado nos podemos encontrar con los diminutos tamagochis que atraviesan Aragón de Norte a Sur en los que solo hay un pequeño hueco, prioritario para discapacitados. También hay trenes que se suelen llenar en trayectos tan populares como Tudela-Zaragoza y es un inconveniente encajar pasaje y bicis.



Uno de los conocidos como tamagochi en la estación de Huesca


Así van las bicis en el popular canfranero

Pero tanto en el caso de buses como de trenes queda el inmenso anecdotario de quien, como el que escribe, lleva largo tiempo practicando el cicloturismo.
Situaciones referidas por los aguerridos cicloturistas las hay por cientos: desde trenes con puertas que no se abren, montar verdaderos puzzles de bicis en un espacio ínfimo, negar embarque en una estación sin dar ninguna alternativa o bicis que llegan con piezas de menos tras reiterados golpes en el maletero del bus. También están toda suerte de peculiares diatribas a propósito de los equipajes que pueden dañar las bicis. Aún poniendo por las nubes el precio de una maleta no parece que vaya a ser más cara que una bicicleta, por muy barata que ésta sea. Y un maletón de 20kg impactando contra los cambios, por ejemplo, puede amargar una excursión.


Zona inundada en un regional de Renfe. Mi bici en primer plano


Está asimismo la variedad de opiniones que se sienten autorizadas para asignar un espacio: taquilleros, revisores, guardas de seguridad y, por supuesto, pasajeros. Una cosa es la normativa y otra son los prejuicios.
También hay quien, visto el lío que puede ser mover tu ciclo, ha optado por alquilar una furgoneta para llevar varias bicis e ir uno mismo a destino. Puede salir rentable y desde luego más seguro cuando son varios cicloturistas vistos los precios de la paquetería.
Respecto a mandar la bici como un paquete todas las grandes compañías tienen ya servicios disponibles, aunque es una alternativa poco asequible que ronda entre los 40-50 euros. Compensa la fiabilidad de que tu bici tiene un seguro ante eventuales desperfectos. Además estas compañías suelen ofrecer recoger la bici en tu casa o alojamiento y alguna hasta te la embala, así te ahorras el engorro.
Por desgracia Correos no es la alternativa más barata ni la más cómoda, ya que solo puedes enviar la bici desde sus oficinas y ello si disponen del embalaje, pues solo aceptan el suyo. Ha habido quejas de falta de cajas incluso en localidades de lo que venden como su producto estrella: el Camino de Santiago.


Pedales desmontados y manillar girado para empaquetar




Este es el aspecto de un paquete de bici de Seur


Respecto a los aviones es todo un mundo. La horquilla suele variar entre la gratuidad de los vuelos intercontinentales con Iberia a los 70 euros por trayecto de Ryanair, pero las tarifas varían tanto y cambian tan rápido (lo que ahora escribo puede no ser válido al mes que viene) que sería muy aventurado arriesgar un criterio. Y un vuelo, con las muchas manipulaciones de la carga, es un riesgo mayor de daños de las partes más sensibles, así que mejor pensarlo dos veces y empaquetar bien nuestro valioso vehículo.
Queda además el extra de aquellas personas que quieren llevar un remolque infantil, que no deja de ser una sillita, para el que el asunto queda a la buena voluntad del conductor o revisor de turno. Aunque este tipo de remolques son habituales en muchos países europeos en el Estado Español aún no son muy comunes.



Un transportin infantil


Es mucho lo que se ha andado (o ciclado) queda labor por delante y muchos huecos a nivel normativo, pero parece que la lógica se impone y los hábitos de viaje más saludables, con una creciente presencia de cicloturistas, también.
No queda sino animar a pedalear y conocer mundo a un tiempo, sin prisas y sin humos.

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