En la actualidad, no hay que negarlo,
llevar una bicicleta en transporte público interurbano se ha vuelto
mucho más fácil. Ya no es tan habitual algo que tantas veces se
denunciaba desde los colectivos ciclistas: malas caras, impedimentos
o restricciones absurdas.
Años de reivindicaciones y una mayor
sensibilidad de las empresas, que también han visto una oportunidad
de negocio, han dado sus frutos y las transformaciones avanzan lento
pero seguro.
En general el transporte en bus es
sencillo y hay diversas, aunque no baratas, alternativas de
paquetería. El ferrocarril pegó un salto de gigante con el cambio
de normativa pero sigue sin ser fácil transportar una bici en
algunos trenes, quedando a merced del personal que te toque en suerte
en muchos casos. En las próximas líneas recorreré todas las
posibilidades.
Hoy en día muchas compañías de
transporte han visto el filón en el creciente número de ciclistas,
que se concentra aún más en recorridos como el Camino de Santiago
con sus bicigrinos (23.347 en 2016) o en zonas costeras.
Así pues todas las compañías de bus
tienen ya su tarifa fijada y un número máximo de bicis por
vehículo. Las tarifas van desde la gratuidad de una compañía como
Therpasa, pasando por los 3 euros de Hife (gratis en Catalunya), los
5 euros de Jiménez o 10 de Alsa hasta los 19 euros del grupo Monbus.
En algunas de las compañías se deja claro que se pueden transportar
hasta tres bicis si se considera que hay espacio suficiente.
En general el criterio de empaquetado
es bastante laxo. Suele bastar con desmontar la rueda delantera y
proteger cadena y pedales. Eso sí hay compañías especialmente
estrictas en el embalaje, caso de la citada Therpasa, y no siempre es
fácil empaquetar una bici. Con que te exijan quitar los pedales
(labor a veces difícil y para la que nadie viaja con la llave
apropiada) ya te ponen en un aprieto considerable.
Para ello se pueden obtener bolsas en
alguna estación, en el caso de Aragón solo en la Intermodal de
Delicias en paquetería de autobuses. Si la necesitas te venderán
una funda de tamaño considerable que recuerda vagamente a un saco de
dormir. Paradoja: la bici sin embolsar molesta pero un envoltorio
desproporcionado no. Aún así es de agradecer pues este servicio es
una rareza a nivel estatal y solo se encuentra en unas pocas
estaciones de las ciudades más grandes.
El tren es otra cosa y entramos en el
terreno de la arbitrariedad. Sobre el papel se pueden transportar
bicicletas en cualquier tren y la normativa de Renfe lo ampara, pero
en la mayoría de los de larga distancia hay un inconveniente: no
caben ni aún empaquetadas sin molestar al pasaje. Renfe cambió la
ordenanza para permitir el transporte de bicicletas en todos sus
trayectos, pero eso fue todo porque no se habilitó espacio en la
mayoría de los convoyes para este tipo de equipajes, aún ciñéndonos
a la medida especificada, una funda o caja de 120x90x40cm.
Sujetando la bici con el cinturón para discapacitados (y aún así va justa)
En la larga distancia tenemos un
problema y es que el bulto de la bici desmontada y enfundada no entra
en muchos portaequipajes, menos aún en las estrecheces del AVE.
Depende a veces de “sentarla” en algún asiento vacío o
encajarla en cualquier hueco, como puertas que no se vayan a
utilizar. Invito a visitar páginas de cicloturismo para ver los
diversos intentos de enfundar la bici para su transporte con mucha
imaginación y diversa fortuna.
En el caso aragonés tenemos un amplio
surtido de trenes vetustos de Media Distancia en que se pueden llevar
las bicis montadas, pagando un suplemento de 3 euros si se hacen más
de 100km. Otra cosa es que las condiciones sean óptimas, pues por un
lado nos podemos encontrar con los diminutos tamagochis que
atraviesan Aragón de Norte a Sur en los que solo hay un pequeño
hueco, prioritario para discapacitados. También hay trenes que se
suelen llenar en trayectos tan populares como Tudela-Zaragoza y es un
inconveniente encajar pasaje y bicis.
Uno de los conocidos como tamagochi en la estación de Huesca
Así van las bicis en el popular canfranero
Pero tanto en el caso de buses como de
trenes queda el inmenso anecdotario de quien, como el que escribe,
lleva largo tiempo practicando el cicloturismo.
Situaciones referidas por los
aguerridos cicloturistas las hay por cientos: desde trenes con
puertas que no se abren, montar verdaderos puzzles de bicis en un
espacio ínfimo, negar embarque en una estación sin dar ninguna
alternativa o bicis que llegan con piezas de menos tras reiterados
golpes en el maletero del bus. También están toda suerte de
peculiares diatribas a propósito de los equipajes que pueden dañar
las bicis. Aún poniendo por las nubes el precio de una maleta no
parece que vaya a ser más cara que una bicicleta, por muy barata que
ésta sea. Y un maletón de 20kg impactando contra los cambios, por
ejemplo, puede amargar una excursión.
Zona inundada en un regional de Renfe. Mi bici en primer plano
Está asimismo la variedad de opiniones
que se sienten autorizadas para asignar un espacio: taquilleros,
revisores, guardas de seguridad y, por supuesto, pasajeros. Una cosa
es la normativa y otra son los prejuicios.
También hay quien, visto el lío que
puede ser mover tu ciclo, ha optado por alquilar una furgoneta para
llevar varias bicis e ir uno mismo a destino. Puede salir rentable y
desde luego más seguro cuando son varios cicloturistas vistos los
precios de la paquetería.
Respecto a mandar la bici como un
paquete todas las grandes compañías tienen ya servicios
disponibles, aunque es una alternativa poco asequible que ronda entre
los 40-50 euros. Compensa la fiabilidad de que tu bici tiene un
seguro ante eventuales desperfectos. Además estas compañías suelen
ofrecer recoger la bici en tu casa o alojamiento y alguna hasta te la
embala, así te ahorras el engorro.
Por desgracia Correos no es la
alternativa más barata ni la más cómoda, ya que solo puedes enviar
la bici desde sus oficinas y ello si disponen del embalaje, pues solo
aceptan el suyo. Ha habido quejas de falta de cajas incluso en
localidades de lo que venden como su producto estrella: el Camino de
Santiago.
Pedales desmontados y manillar girado para empaquetar
Este es el aspecto de un paquete de bici de Seur
Respecto a los aviones es todo un
mundo. La horquilla suele variar entre la gratuidad de los vuelos
intercontinentales con Iberia a los 70 euros por trayecto de Ryanair,
pero las tarifas varían tanto y cambian tan rápido (lo que ahora
escribo puede no ser válido al mes que viene) que sería muy
aventurado arriesgar un criterio. Y un vuelo, con las muchas
manipulaciones de la carga, es un riesgo mayor de daños de las
partes más sensibles, así que mejor pensarlo dos veces y empaquetar
bien nuestro valioso vehículo.
Queda además el extra de aquellas
personas que quieren llevar un remolque infantil, que no deja de ser
una sillita, para el que el asunto queda a la buena voluntad del
conductor o revisor de turno. Aunque este tipo de remolques son
habituales en muchos países europeos en el Estado Español aún no
son muy comunes.
Un transportin infantil
Es mucho lo que se ha andado (o
ciclado) queda labor por delante y muchos huecos a nivel normativo,
pero parece que la lógica se impone y los hábitos de viaje más
saludables, con una creciente presencia de cicloturistas, también.
No queda sino animar a pedalear y
conocer mundo a un tiempo, sin prisas y sin humos.
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