domingo, 27 de julio de 2014

En Bangkok inundada. Recuerdo de unas inundaciones



Recupero este texto de 2011...
No se puede decir que la mejor forma de emprender un viaje sea en una ciudad que está construyendo barricadas con ladrillos y sacos terreros frente a los comercios que estan más próximos al río.

Esto es Bangkok hoy en día, en parte por la extrema inoperancia de las autoridades locales, que han esperado a reaccionar a que los muertos se contaran por decenas y que buena parte del Norte y Centro del país hubiera sufrido daños por millones de euros.

A fecha de hoy no se puede ir en tren al Norte del país y a segun que zonas resulta complicado moverse en bus. Varios barrios de Bangkok permanecen inundados, pero la parte mas antigua de la ciudad, donde solemos recalar todos los turistas, asi como Chinatown, desde donde escribo, ha capeado el temporal razonablemente bien. Es curioso, el nuevo y flamante urbanismo de rascacielos, zonas residenciales y poligonos de alta tecnologia ha terminado con dos metros de agua, mientras la parte de la ciudad de varios siglos, con casas mas destartaladas, imponentes templos y hotelitos de mochileros, aguanta con subidas que vienen y van pero que rara vez te pasan del tobillo.
Una recomendacion para turistas: Aunque esta la posibilidad de rellenar sacos terreros, o, si tienes formacion médica, ayudar a damnificados, hay colectas para ayudar a las victimas de las inundaciones. Estan convenientemente señalizadas y muchas de ellas las llevan monjes budistas.


Ahora mismo, por desgracia, viajar a localidades como Ayutthaya es poco recomendable hasta que no limpien un poco las toneladas de barro que han encharcado el casco historico, lo mismo se puede decir de Chiang Mai, mas al norte.

Idea del dia, una ruta barata para la estacion de tren Hua Lampu. Frente a los taxis, tuk-tuk y complicados buses se puede coger el Chao Praya Express (Barco bus) por 15 bath hasta la parada de Krom Caho Tha (Dpto de Puertos) y luego caminar direccion norte unos 500ms.

viernes, 25 de julio de 2014

Un viaje a India. A que llamamos país emergente.

Cuando aterrizas en Delhi, los alrededores del aeropuerto, como en realidad buena parte del país, te dan una idea de provisionalidad, de horizonte desvencijado, cubierto por una nube de permanente smog a la que acompaña una sinfonía de pitidos y motores de todo tipo.
El transporte hasta la ciudad te acerca generalmente a uno de los primeros sitios que conoce todo mochilero, la atestada estación de Nueva Delhi y el barrio de Pahar Ganj, lugar de alojamientos económicos y mercados.



Los turistas se alojan en Pahar Ganj y los sin techo se alojan en la estación. Cientos de personas viven en la misma estación o sus alrededores. Incluso en la estructura del techo malviven niños de la calle, de los que se ocupa una ONG sita en el mismo barrio. De papá-Estado poco pueden esperar estos críos. Papá-Estado sólo es un ente lejano que mueve y se mueve en los engranajes económicos de los grandes asuntos. Los humanos son otra dimensión.
La pregunta es fácil, suena demagógica y, si le das demasiadas vueltas, puede amargarte el viaje: ¿No es esta una de las potencias económicas del planeta? O, reformulada ¿No es India uno de esos célebres países emergentes, productor de tecnología punta y líder, por ejemplo, en telecomunicaciones y software?
Caminar por la avenida Nehru, al centro neurálgico de este monstruo urbano da idea de lo que vas a encontrar. Familias enteras viven con una tela en el suelo por toda vivienda, se alinean en las aceras, comen lo que pueden y hacen sus necesidades en la calle. En cualquiera de las 3119 ciudades de India encontrarás un paisaje parecido.
Resulta chocante cuando piensas en los datos del subcontinente, datos económicos fríos, pero deseables en la economía neoliberal. Con un crecimiento económico superior al 7.5% anual, con picos cercanos al 10%, como en 2007, el espectáculo de la pobreza cotidiana parece confirmar lo intuido: que nunca tanto dinero estuvo peor repartido.
Todo ello pensando en que India es uno de los selectos países que forman lo que se ha dado en llamar BRIC (Brasil, Rusia, India, China), economías que tienen en común ser países con un territorio extenso, una gran población y un reparto desigual hasta el extremo de la riqueza.
Pero el viaje sigue, hay mucho para ver. Esplendor de palacios de las dinastías rajastanís y mongolas, mientras te vas aproximando a la tensa frontera con Pakistán. Trayectos por una realidad rural que va expulsando a millones de personas hacia las aglomeraciones urbanas. Economía de subsistencia, dificultad para el acceso al agua y consumo de agua ponzoñosa.
En toda India, tan solo 209 ciudades poseen instalaciones para tratar parcialmente el agua, y solo 8 tienen instalaciones que la tratan completamente. En las áreas rurales se consume directamente agua de pozos sin tratar, que puede contener residuos fecales o restos de pesticidas.
Paradójicamente, quien a diario consume ese agua, vende agua embotellada por multinacionales.
En Khuri (Desierto del Thar) un chaval de unos 12 años nos vende una botella de agua. Tomamos té, charlamos, quiere estudiar informática.
La India es uno de los principales exportadores de trabajadores altamente cualificados para el sector financiero y la ingeniería de software. Otros sectores tales como la biotecnología, la nanotecnología, o las telecomunicaciones, están mostrando un gran potencial y altas tasas de crecimiento.
Los niños con edad inferior a los 14 años constituyen el 3.6% de la mano de obra del país. Unos niños que suman un total superior a la población total de EEUU y que, según organismos como la OMS, en una buena parte carecen de una nutrición, educación y asistencia sanitaria adecuada.



Tras el desierto del Thar, donde India probó su primera bomba atómica, los atestados trenes de India, las estaciones de nuevo y su deambular de millones de personas. Es difícil que un tren llegue puntual a destino, pero la población está acostumbrada. Por otro lado el tren es una inagotable fuente de flashes visuales, de conversaciones cruzadas y también de población amable dispuesta a aclararte dónde está tu sitio en un convoy que puede transportar a cinco mil personas a un tiempo.
La ruta lleva hacia el Este y nos deja en Jaipur, la ciudad rosa, atestada urbe de cuatro millones de personas, aproximadamente, aunque las estadísticas oficiales la sitúen en uno menos.
¿Cuánta gente vive en India? Nadie puede asegurarlo con certeza, mucho menos aún la que puebla las ciudades, donde las personas van y vienen para hacer negocios o enfrentarse a la antológica burocracia india. La ciudad rosa, color relacionado con la hospitalidad, es bulliciosa y comercial, con un casco histórico reflejo de un pasado glorioso y un presente repleto de tráfico rodado infernal.
Siguiendo la ruta hacia Oriente, parada en Fatehpur Sikri, la ciudad soñada por Akbar, que tan sólo estuvo poblada una décadas y que es punto de peregrinación musulmana. Y tras ella es obligada la visita al sepulcro más bello del mundo, el Taj Mahal, convertido en una especie de parque temático, pegado a la ciudad de Agra, mucho menos superpoblada, para adentrarnos, aunque sea levemente en la realidad rural de localidades como Khajuraho y sus templos consagrados a las más increíbles acrobacias sexuales.
Llegar a Varanasi- Benarés, es encontrar el Ganges, río de la vida, personificación de las ideas de karma y reencarnación, pero otra realidad, más dura que la de los cuerpos ardiendo a orillas del río o los bebés arrojados tal cual es la del estado del río Ganges en sí.
La actividad industrial a orillas del mismo es creciente y los vertidos descontrolados. Asimismo 119 ciudades vierten aguas negras y cuerpos parcialmente quemados al sagrado cauce. Río abajo, el agua sin tratar se emplea para beber, lavar y bañarse.

Ghats en Varanasi

Un leproso pide dinero en las calles de la espiritual Varanasi. 150.000 nuevos casos anuales de lepra de media, auque las ONG duplican la cifra, enfermedad perfectamente curable y fácil de prevenir desde hace décadas, en un país que presume de su programa aeroespacial. Paradójicamente la atención a los enfermos de lepra no corre por cuenta del estado y es en su mayor parte, atendida por ONG y fundaciones de diferentes zonas del mundo rico, aunque, según los datos económicos, India en sí es el mundo rico. Bueno, quizá sería más exacto precisar, el mundo donde algunos se enriquecen.
En la cara hacendosa de la ciudad, venta de saris y preciosas prendas confeccionadas con la mítica seda de Benarés. La ruta del opio, la ruta de la seda, ha cambiado muy poco en cientos de años, sólo que ahora son grandes corporaciones las que sacan una alta rentabilidad de ellas. En la cara oculta tensión religiosa entre las comunidades musulmana e hindú. Una avenida, a un lado musulmanes y a otro hindúes. 
Pero los viajes terminan y hay que volver, no sin aclarar, lector, que si uno quiere turismo al uso, dispone de excelentes guías y webs para visitar India. Increíble India, según el Mº de Turismo. Viajar es mirar, observar, rara vez intervenir, en India todo parece tan inmenso y tan lejano.
El vuelo me trae de vuelta, habré comprado telas típicas, ropas confeccionadas en las sweatshops, tiendas de sudor, donde las condiciones laborales son inhumanas, o té recolectado en condiciones de semiesclavitud... Viajar es conocer, como lo es leer, formarse, pero la realidad india puede desarmarte.
Eso sí, no cabe duda, la frase hecha es aquí más real que nunca: el capitalismo funciona. Para algunos.




 El primer día del Monzón