sábado, 5 de septiembre de 2020

Dos vías verdes en Occitania.

 La ventaja del cicloturismo sin grandes planificaciones es que te da la oportunidad de encontrar senderos que no esperabas. Mejor aún si te ahorran kilómetros y son en un entorno tan bonito como el de dos vías verdes: la Foix-St Girons que empalma con otra hasta Prat-Montepaux.

Saliendo desde la histórica ciudad de Foix, a la que se puede llegar por tren muy cómodamente aunque yo llegué en bici, a unos tres kilómetros sale desde Vernajoul la Vía Verde Vernajoul-Saint Girons antigua vía de tren que forma parte de la Veloroute 81, una vía ciclable que cruza, o más bien cruzará porque no está concluida, los Pirineos franceses  desde Bayona a Perpignan.


Foix, comienzo de ruta

Esta vía verde está totalmente acondicionada y se puede recorrer en cualquier época del año en teoría. Es una zona especialmente húmeda y bastante fría, así que, en efecto, es solo en teoría. En cualquier caso esta vía como las que la siguen coinciden en trayecto con la carretera D-117, posible alternativa.

Un buen punto para incorporarse a la vía es desde la Gruta de Labouiche, un río subterráneo que se puede navegar, aunque de momento permanece cerrado por la pandemia.


Antigua estación reconvertida en vivienda

Toda la ruta es plenamente rural, rodeada de pueblos de menos de 1000 habitantes y ofrece la posibilidad de pernocta por libre. Asimismo las antiguas estaciones se han reconvertido en viviendas particulares, por lo que no se pueden usar como techo de emergencia. También hay algunos campings, pero hay que hacer kilómetros extra por pistas asfaltadas que son muy cómodas. La ventaja: unas vistas privilegiadas del Pirineo y una tranquilidad absoluta.



Saint-Girons no tiene especial interés, aunque en sus alrededores tienen mucho interés por estar en la linde del Parc National des Pyrénées Ariegeoises. En el entorno hay varias iglesias fortificadas, castillos, viviendas tradicionales y muchas vacas. 


Vista de Saint-Girons

A 2km de Saint-Girons se encuentra Saint-Lizier, un pueblo de estructura medieval con varios monumentos reseñables, aunque su castillo está de reformas. Una preciosidad y una atalaya muy buena para ver el valle.


Saint Lizier

Al pie de Saint-Lizier empieza otra corta Vía Verde hasta Prat-Bonrepaux. Son 12km siguiendo el curso del río Salat mucho peor acondicionados que la anterior. La vía coincide en algunos tramos con carreteras secundarias de tráfico muy tranquilo y el bosque cambia por una extensión de terreno agrícola.




Cuando terminé con la vía en Prat-Monrepaux me dirigí hacia la vía del Garona, pues tenía que volver a cruzar la frontera y a casita. Por ello tomé un atajo por varios pueblos, pero es posible tomar la vía verde del río Salat, que desemboca en el Garona.

Queda pendiente, quien sabe si pronto, hacer la Eurovelo 81 cruzando Francia al pie de los Pirineos. Si el tiempo y los virus malignos lo permiten.

Vía Verde Vernajoul-St Girons


Eurovelo 81




viernes, 28 de agosto de 2020

Remontando el río Ariège.

El río Ariège es un afluente del Garona que desemboca junto a Toulouse. No es muy conocido como ruta ciclable, pero es una ruta muy estimulante que añade a su atractivo tener varias vías verdes muy cercanas.

Es un río montañoso de recorrido mayormente rural pero que atraviesa varios enclaves monumentales, el más conocido la ciudad de Foix.

Comencé el recorrido desde Toulouse, a donde había llegado siguiendo el Garona. Desde allí fue un paseo llegar al Parc du Confluent, reserva natural donde desemboca el Ariège junto a la localidad de Portet-sur-Garonne. La primera parte del camino es carril-bici y luego se toma la D4 para evitar el tráfico intenso.


De las varias formas de seguir el río opté por ir lo más pegado posible al cauce. Eso hizo que me metiera en más de un camino estrecho e inapropiado para bici con alforjas. Es frecuente que el río cambie de caudal y hay mucha zona de regadío, por lo que los senderos de tierra pueden ser un barrizal.

Mejor fiarse del instinto que de Google Maps, eso para empezar. Como no pude encontrar camping dormí por libre en el pueblo de Cintegabelle, junto a su zona deportiva. Me llevó allí Esteban, un joven del pueblo que encima hablaba castellano.


 

Al poco de arrancar al día siguiente llegué al memorial del campo de concentración de Vernet, una visita no agradable pero sí necesaria. Miles de españoles pasaron por allí. El más conocido el escritor Max Aub que dejó escrita su experiencia allí en el libro Manuscrito cuervo. Queda en pie la estación desde donde se deportaba a los infortunados presos y parte del cementerio.


Memorial campo de concentración de Vernet

Desde allí una corta tirada me dejó en la histórica Pamiers. Una ciudad pequeña y tranquila de la que me gustó especialmente su sistema de canales, en uso desde la Edad Media. Pamiers es una especie de réplica en pequeño de Toulouse y es un buen lugar para dedicar un rato.




Pamiers

El mismo día llegué a Foix, otra villa histórica dominada por el imponente castillo condal. Foix, pero también todos sus alrededores, tienen historia de sobra. Desde los cercanos abrigos prehistóricos que se pueden visitar a los restos medievales, edificios modernistas y toda la herencia de los cátaros.



Foix, villa señorial


Desde Foix la la carretera empieza a ascender. Primero poco a poco y luego en fuertes pendientes. También muy cerca de Foix podemos tomar una interesante vía verde de la que hablaré en otra entrada.

Tarascon-sur-Ariège


En unos kilómetros llegué a Tarascon-sur-Ariège, un pueblo partido en dos por el río desde el que se divisan ya varias cumbres pirenaicas. Aunque es inevitable a ratos tomar carreteras transitadas la idea es coger siempre la margen derecha del río, que va por pueblos pequeños y tomar la carretera D719 que se llama Route d'Espagne. A mi lado el Ariège fue transformándose en un río de montaña abundante en rápidos y con torrentes y cascadas que desembocan en él.


El río llega a Ax les Thermes, balneario y estación de esquí. Desde allí no queda otra que tomar la carretera N20 que es en algunos tramos un poco pesada porque coincide con bastante tráfico. Al mismo tiempo alguna rampa empieza a ser especialmente inclinada. Un buen sitio para hacer noche es el camping de Mérens.


Aguas termales en Ax-les-Thermes

Llegué hasta un poco más allá de la localidad de L'Hospitalet-près-l'Andorre, fronteriza con Andorra, hasta la cota de 1500. Me quedé a 8km del nacimiento, por eso de evitar el engorroso paso de la Aduana. Otra vez será.



RECORRIDO CICLOTURISTA POR EL RÍO ARIEGE

Desde Toulouse a L'Hospitalet-près-l'Andorre

7 al 9 de Julio 2020

178km de carreteras secundarias y pistas de tierra.

Varios campings por todo el camino, posibilidad pernocta libre




lunes, 17 de agosto de 2020

Garona en cicloturismo. Tramo Beret-Toulouse

Parecía que la pandemia iba de bajada, así que junté unos días de vacaciones para una pedaleada que tenía en la cabeza hace tiempo: Recorrer el río Garona desde su nacimiento hasta la ciudad de Toulouse y añadirle unos kilómetros recorriendo alguna otra zona del Languedoc ya de paso.

Antes que nada aclarar que el recorrido es muy cómodo, apto para todos los públicos, sin grandes cuestas ni puertos si se parte directamente desde Vielha. Además se está habilitando, con tramos aún pendientes, el llamado Parcours cyclable de la Garonne, que ahora mismo va de Cierp Gaud a Carbonne. En el futuro próximo  llegará hasta Toulouse donde empalmará con la vía ciclable que va paralela al canal del Garona y también la del Canal de Midi. También está en construcción el proyecto Trans-Garona que unirá la Val d'Aran con Haute Garonne y que combinará zonas más propias para la BTT con carretera.

Pero empecemos por la salida. No está claro cual es el punto exacto de nacimiento del Garona, así que opté por el que sale en los mapas, en la Pla de Beret, a un paso de la estación de esquí de Baqueira y en lo alto de un puerto que pica bastante está la llamada Fuente de la Garona. Desde la subida hay unas hermosas vistas a parte del Pirineo catalán y aragonés, aunque pillé un día bastante cubierto.

En el nacimiento del Garona, justo antes de empezar.

Llegar hasta allí en transporte público es imposible. Por otro lado la única forma de llegar al Valle de Arán es desde Lleida hasta Vielha con el bus de Alsa. Yo hice trampa y llegué con furgoneta hasta la estación de esquí de Baqueira-Beret.

Baqueira

El valle pirenaico de Arán ha permanecido históricamente aislado y con personalidad propia. Ahora mismo los leñadores y vaqueros, formas tradicionales de vida de la zona, han dejado paso al turismo, el pijerío del esquí y los supermercados para clientela francesa. Eso no quita para que sea un valle precioso.

La bajada desde el nacimiento del Garona hasta Vielha es vertiginosa.  Los 20km hasta Vielha permiten ver el río en cada curva, aunque a mí me tocaron varios tramos en obras con tráfico desagradable.


En Vielha

Desde Vielha el camino es muy fácil. Una carretera en buen estado que atraviesa todo Arán hasta la frontera con Francia y que invita a parar y meter los pies en el río.

Un buen sitio con estupenda oferta gastronómica es Bossost y con una ruta a pie por el patrimonio minero que aprovechaba las aguas del río que me quedó pendiente. La mayor parte de los pueblos, eso sí, se encuentran encaramados a pendientes considerables.

Interesante parada también en la frontera donde se reseña el intento de derrocar el régimen de Franco mediante una invasión terrestre en 1944. Todo el recorrido del Garona es una lección de historia que merece la pena seguir. 

Ya en Francia la carretera sigue tranquila en paralelo al río atravesando varios pueblos, todos con sus baños públicos y sus fuentes de agua potable, algo que se agradece en todo el trayecto. 

Hice noche en el camping municipal de Cierp-Gaud, una elección barata y cómoda a orillas del río Pique, afluente del Garona. El tiempo, con lluvias intermitentes, me hizo llegar algo más tarde de lo previsto. Esto en la Francia rural (más de las 18h) equivale a encontrar todo cerrado, pero un amable funcionario municipal me inscribió en el camping.


Cierp-Gaud

En Cierp-Gaud arranca la vía ciclable del Garona. Comodísima y muy bien señalizada aprovecha tramos sin tráfico que la hacen muy agradable. Es la forma ideal de recorrer parte de lo que se llama el país de Comminges, antiguo reino medieval que tiene su parada estrella en el espectacular pueblo de Saint-Bertrand de Comminges. Un pueblo muy bien conservado que tiene restos romanos, varias necrópolis, una ciudad amurallada o una catedral gótica. Me pilló lluvia ese día también, pero luego la cosa mejoró.



Saint Bertrand de Comminges

De camino se pasa por Saint-Gaudens, un polo industrial con una gigantesca fábrica de celulosa. De la ciudad histórica poco queda, pero es el primer punto con ferrocarriles regionales que se pueden tomar como alternativa para subir la bici si uno se siente flojito.


Casa tradicional restaurada. Se encuentran pocas.

La ruta sigue pasando de una ribera a otra del río y yo paré en el camping municipal du Lac en Boussens.

Toda la zona está llena de lagos artificiales en las márgenes del río y represamientos a modo de pequeños embalses, además de canales que salen y mueren en el Garona. Hay mucha agricultura de forrajeras, maíz, patatas y ganadería fundamentalmente bovina.


Conforme avanza el río las poblaciones se hacen más grandes. Las señales de la vía ciclable desaparecen casi de golpe un poco más allá de la población de Carbonne, pero es fácil tomar carreteras secundarias sin apenas tráfico y conectar con pistas agrícolas pavimentadas.


Catedral de Muret. Ejemplo de Gótico Meridional.

Poco antes de Toulouse está la ciudad de Muret, célebre por una batalla medieval, desde donde hay que ser cuidadoso para no meterse en carreteras muy transitadas y agobiantes. Un consejo raro: buscar un centro penitenciario cercano a Muret. Por detrás del mismo pasan varias pistas de tierra que nos conducen al extrarradio de Toulouse en un entorno de lagos que son áreas protegidas.

En Toulouse busqué camping, pero no es una gran idea. Los dos de la ciudad son caros e incómodos, por lo que no los reseño. Ya estaba allí así que hice noche.


El Garona en Toulouse

Dediqué el día siguiente a visitar la ciudad, que ya conozco y que me encanta. Toulouse tiene  un importante casco histórico y mucha vida. 

Impresionante es su Jardin des Plantes y el Museo de la Ciudad anexo. También sus parques y palacios neoclásicos o las casas tradicionales que se conservan. 


Toulouse tiene, además, abundancia de una de las señas de identidad de esta zona: el ladrillo occitano característico del llamado Gótico Meridional.

Pero mejor verlo en persona, al fin y al cabo no soy un experto.

Cerca de Toulouse desemboca el río Ariège en el Garona. La siguiente fase de mi viaje fue remontarlo hasta Andorra. Luego lo cuento.


FUENTE DE LA GARONA-TOULOUSE

Del 1 al 3 de Julio 2020 

226 km por carretera y pistas

Numerosos campings en todo el recorrido, pernocta libre posible aunque difícil.

Transporte público: Buses Val d'Aran permite bicicletas. Trenes regionales en Francia.


miércoles, 12 de agosto de 2020

Lo que aprendí en Fez. Reencuentro con Marruecos (y IV)

Visitar un enclave muy turístico, como es el caso de la ciudad marroquí de Fez, equivale a ver lo que la avalancha de visitantes te deje, siendo consciente de que uno mismo es parte del problema, pedrusco en la avalancha.
Aún en temporada baja el Casco histórico, una doble medina dividida en el-Bali y el-Jdid, es bastante inabarcable en los 2-3 días que se le suelen dedicar. Por ello solo queda apreciar unos cuantos flashes. De ahí la sensación de dejarse mucho por ver.



La ventaja de ir en invierno es ahorrarte el calor sofocante del verano y parte de la no menos sofocante insistencia de vendedores y guías. También te ahorras unos dirham, que no está mal.
En Fez hay mucho para ver: Una ciudad imperial y decadente, detalles arquitectónicos en los que perderte, la judería mejor conservada de África o un trabajo del estuco y la celosía único en el mundo.
También puedes beber té hasta que te salga por las orejas, consumir otros productos menos legales, encontrar todo tipo de artesanía local (y también Made in China), meterte en un hamán o caminar por el laberinto de la Medina hasta desfallecer.


Lo primero al llegar a la ciudad es su geografía. Los fundadores de Fez la edificaron sobre colinas con finalidad defensiva y por ser una zona más salubre y con disponibilidad de agua. Paradójicamente esta es ahora la zona más pobre de la urbe.
La zona más nueva de la ciudad, Ville Nouvelle, tan apenas se visita. Pero, al mismo tiempo, es bastante más extensa que la muy extensa zona histórica. Se ubica al Sur y en ella viven las clases más acomodadas.


Por ejemplo la comunidad judía, en otro tiempo muy numerosa, se reduce a unas pocas decenas de personas que ya no viven en la judería (Chellah en Marruecos) y que tienen empresas de joyería para las que trabajan sobre todo bereberes.
Una zona central de la ciudad la ocupa el inmenso palacio Real, al que el rey actual no va casi nunca y sus jardines anexos.
Pese a todo Fez tiene grandes plazas abiertas y estupendos parques donde los lugareños hacen vida.



Tras mirar el mapa, e intentar orientarnos en el dédalo de callejuelas, nos tocó una mirada al paisaje humano. 
De Fez me quedé con algunas escenas, atisbo de una realidad más grande, lo que me dio idea de que algo me perdí.


Jóvenes estudiantes en su día de fiesta


Sobre la pobreza y la precariedad de buena parte de la población me vienen imágenes, como la de la típica mochila cutre que abandonamos porque la cremallera no cerraba bien  y que en menos de 10 segundos ya tenía nuevo propietario.
Sí, hay pobreza y es muy evidente. Tampoco hay que buscar mucho para enterarse de que uno de cada tres marroquíes es pobre. Vamos, que vive con 3€ o menos al día.
Muchos ancianos pidiendo limosna y mucho chaval intentando rascar algún dirham a los turistas.
Nuestra hija tirando palomitas a los gatos callejeros y un señor comiéndoselas. Otra imagen. Ese es el Marruecos al otro lado del exotismo.

Muchos puestos callejeros, economía informal (la forma tonta de decir trabajo negro) y salubridad dudosa que viene de tomar algo al lado de un puesto de pollos y palomas hacinados que te matan allí mismo si quieres.
El país tiene un reto con el bienestar animal, pero eso es algo que suena lejano a los oídos de cualquier local.


Pero, luego queda el Marruecos de la gente hospitalaria, especialmente amable con los niños y que, cuando pasa la barrera del intercambio comercial, se revelan como estupendos conversadores.
Una ventaja añadida de la temporada baja, de cara a relacionarse, es que los Diyar y Ryad están mucho más relajados y llenos de la familia media marroquí que los gestiona, aunque no suelen ser los propietarios.  Una familia muy amplia (No es nada raro las familias con 4-5 hijos) que incluye parientes de paso que pueden venir de cualquier parte del país o de Europa.


Un señor muy elegante. 

Pillamos capazo con bastante gente. El más que correcto francés de muchas personas ayuda. Mejor que el nuestro sin duda.
Andamos un poco perdidos. Un señor viene de comprar mandarinas. Nos orienta y nos regala varias.
En el alojamiento conocimos a Sara, encantada de jugar con nuestra hija que nos habló de sus proyectos. Básicamente los de buena parte de la juventud marroquí: pegar el salto a Europa.
Esquivando los temas tabú como la monarquía (la mínima crítica en público a la monarquía es impensable en Marruecos) o la cuestión del Sáhara Occidental se puede hablar con cierto humor de casi todo.


La religión es omnipresente y la separación credo-Estado inexistente. Aún así la religiosidad en Fez es mucho más tranquila que en el Sur del país. Los cementerios son un lugar muy concurrido, casi más que las mezquitas.
El móvil, como en todo el mundo, se ha convertido en el nuevo objeto a venerar y tener uno de alta gama la máxima aspiración.


Teléfono móvil. El nuevo Profeta.

Del islam radical se habla con eufemismos. Son los tradicionales, una palabra un tanto equívoca.
Todo el mundo parece empeñado en alejar esa maldición de sí mismos. En Fez son conscientes de los ingresos que deja el turismo y la sombra del yihadismo está muy presente.



Una conversación curiosa fue en la que hablé sobre la policía. Me decía mi interlocutor que no sabía si la policía marroquí obraba bien, pero que había mucha. Gesto de dedo en los labios.
No es ningún secreto la secreta marroquí. El país está plagado de confidentes y de polis camuflados. 



Visitar un hamán es fácil, los hay a patadas aunque ya han perdido su sentido original: lugar de aseo cuando nadie tenía nada ni parecido a un baño en casa. No son baratos para los fecís, pero sigue siendo una costumbre social ir al hamán de vez en cuando. Mejor preguntar, eso sí. Te pueden dar alguna buena idea.
También hay cuero (al final fue inevitable comprar una preciosa mochila de piel de camello teñida en el zoco de curtidores), especias, instrumentos musicales, muebles...


Vaya, parece que me he ido por las ramas. ¡Ah sí! Sería buena idea que visitarais Fez. 
Y que disfrutéis de las imágenes de esta entrada. Obra, cómo no, de Paloma Marina.