lunes, 6 de octubre de 2014

Bucarest dorada y gris

El tópico suele decir de un sitio que no deja indiferente. Bucarest bien podría encajar en esa definición y puede servir de excelente botón de muestra para palpar la realidad rumana en un par de días.
Lo cierto es que la ciudad tampoco merece una visita demasiado larga, pero sorprende por la mezcolanza de estilos del casco histórico de la misma, desde Modernismo, Neoclasicismo o Art-Decó al horrendo mamotreto del Parlamento de Ceacescu.
Bucarest cumple también con todos los peores tópicos de ciudad del Este. Fea, gris, sucia y descuidada. Entre estupendos edificios con decoración estilo imperio, de los tiempos austrohúngaros, languidecen otras joyitas históricas en plena ruina.
La ciudad combina, en un mismo espacio, la infravivienda con las villas de lujo. Los edificios ocupados por población gitana en evidente exclusión social, con las embajadas.
Cables colgando por todas partes, algunos directamente rotos por los que confías que no pase electricidad. Perros callejeros, pero no abandonados, pues es frecuente encontrar personas que cuidan y alimentan a la ingente población canina. Ha habido tímidos intentos de control y esterilación, con escaso o nulo éxito.
Dentro del tráfico caótico, junto a los populares Dacia y Daewoo en diferentes estados de conservación, sorprende a cualquier visitante es la cantidad de coches de alta gama que recorren las anchas avenidas de la dictadura comunista, que fueron construidas a costa de demoler media ciudad, en el delirio urbanístico de Ceacescu. Choca comprobar que, por muy ancha que parezca la avenida, siempre consigue llenarse.

La inmensa mole del Parlamento

Pero, al mismo tiempo, Bucarest es una ciudad viva e inquieta, que atesora una vida cultural reflejada en un buen puñado de teatros, todos con temporada estable, clubes con música en vivo, moda... Y no sólo eso, sino un repertorio de bares de diseño, con música temática, con jazz, blues, con tecno o rock a la última a precios sin competencia si tomamos el estandar español de este tipo de lugares.
Un paseo por los alrededores de Calea Victoriei y el Casco Histórico (Centrul Vechi) ya nos puede orientar de lo que se cuece en la ciudad. Nada que ver, por supuesto, con los barrios que se alejan más del centro, donde se alinean cientos de bloques de diseño casi idéntico y calles no muy bien asfaltadas, aunque con intentos de mejora.
Por otro lado merece la pena una visita a la Bucarest judía, si consigues encontrar abierto el Museo, tarea difícil, y, si hay suerte, dedicar un tiempo a alguno de los festivales que se celebran en la ciudad.
También llama la atención, tras la temporada en que el ateísmo era oficial por decreto, el renovado fervor religioso de buena parte de la población urbana, que se manifiesta en misas llenas y gente que se santigua al paso por cualquier iglesia. En persona asistimos a las filas y aglomeraciones por venerar la reliquia de san Esteban en pleno centro de la ciudad.
Y los bares... Bueno, qué decir de precios de un euro por medio litro de estupenda cerveza.
La hostelería, algún museo interesante y la vida cultural son la parte dorada de Bucarest.



 Uno de los elegantes cafés del centro de Bucarest



B-FIT in the Street. Una agradable sorpresa

La segunda semana de septiembre nos pilló en Bucarest con uno de los más estimulantes festivales de teatro en la calle que me haya encontrado: B-Fit Festival.
Tuvimos la suerte de poder asistir a la actuación de la Fura dels Baus con el Parlamento de Ceacescu de fondo, pero también participaron grupos de la propia Rumanía, Francia, Holanda...
En el festival había desde performers que actuaban en solitario a grupos de batucada o teatro de vanguardia. Todo gratis y todo en la calle.
Una lástima la asistencia, que no fue muy masiva aunque el espectáculo lo merecía. La Fura, especialmente, ofreció un show muy intenso, aunque a ratos un tanto desigual, con grandes estructuras de metal y un juego de luces y proyecciones realmente espectacular.
Este festival se sigue realizando todos los años y, si estás en Bucarest, no deberías perdértelo.

Un momento del espectáculo de la Fura dels Baus


Una conversación y cuatro Ursus

Ursus es una de las estupendas cervezas rumanas.
Mihai es un joven trabajador que habla un perfecto castellano y que nos sirvió de introducción a la actualidad rumana y a la vida cultural de Bucarest.
Nos ilustró especialmente sobre la realidad más cotidiana de la ciudad. Nos sorprendieron especialmente los precios de muchas necesidades básicas en Rumanía, como por ejemplo la vivienda.
También una percepción que nos repitieron otras personas a lo largo del viaje, la idea de que se ha "vendido" el país con las sucesivas oleadas de privatizaciones que han derivado en una terrible inflación.
Por otro lado nos vino muy bien para desmontar la imagen absolutamente desproporcionada de inseguridad que se da sobre la capital rumana. Es cierto que no hay muy buena iluminación en algunas calles, pero los niveles de delincuencia son bajos. Pobreza no es delincuencia. Por desgracia en Bucarest hay mucha gente sin recursos, pero eso no les convierte en delincuentes, aunque picaresca siempre hay, sino no hay más que intentar coger un taxiLengua fuera.
El salario medio de una persona en Rumanía son unos 300 euros mensuales, en labores agrícolas aún menos y un camarero puede ganar unos 200.
Sin embargo un alquiler en un barrio alejado del centro en Bucarest rara vez era inferior a los 150 euros por un apartamento de una habitación. Se podían encontrar habitaciones para compartir por unos 100 euros, esta era la cara más gris de Bucarest.

Orientándonos con nuestro amable guía local


Una bicicleta Pegas, ciclismo retro rumano

 
Lugares en Bucarest...
Para tomar algo: Atelier Mecanic (Str Covaci). No asustarse por el aspecto de este bar de diseño, los precios son económicos. La propuesta estética está cuidadísima, una fábrica de los años 50 en el que se han aprovechado las antiguas estructuras, con mobiliario casualmente descuidado, proveniente de escuelas y talleres.
Hanul Lui Manuc es una antigua posada armenia, restaurada cuidadosamente y llena de rincones. Muy cara para dormir, pero ideal para tomarse un cafécito o una cerveza lejos del tráfico.
Para dormir: Butterfly Vila Hostel Stirbei Voda no 96. 021 314 7595 La relación calidad/precio de este lugar mochilero es inmejorable. Para descrédito de la hostelería rumana hay que reconocer que encontramos bastantes sitios catalogados como hotel estaban peor cuidados que este sitio.
Bicis: En varios puntos en la zona centro de Bucarest ha surgido una iniciativa de préstamo de bicicletas por un precio casi simbólico. Puedes encontrarlas en el parque anexo al Parlamento, hacia el Norte. Son unos 5 euros por día completo y hay carriles bici, aunque nada respetados.
Bicicletas Pegas. Las antiguas bicis de tiempos de Ceacescu se han vuelto a poner de moda. Por unos 200 euros te puedes pegar el capricho ciclista vintage. Luego hay que traerlas, claro.
Consejo de transporte: Para llegar desde/a los aeropuertos de Bucarest hay dos líneas de bus realmente económicas la 783 y la 780. Pese a lo que te digan los taxistas, la 783 funciona 24hs al día y te deja en el centro por menos de un euro.

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