lunes, 21 de diciembre de 2015

Cicloturismo balcánico. Sarajevo-Jablanica 92kms

Del encauzado Miljacka que atraviesa Sarajevo pasé a descender a orillas del impetuoso río Neretva.
Un río de aguas gélidas, que nace en los Alpes Dináricos y que discurre por estrechos cañones hasta desembocar en una peculiar albufera.
Salí de Sarajevo con una parada en la estatua más representada de Josip Broz, Tito. En la misma, Tito camina pensativo con la mirada baja. Una escultura peculiar para un personaje tan importante en la historia de la ex-Yugoslavia y que aún sigue contando con un número considerable de admiradores.
A lo largo del día la figura del mariscal y las andanzas de sus partisanos me acompañarían.


La salida de Sarajevo fue, como suele pasar con las grandes ciudades, un asco. Aún así pronto me dirigí a otra carretera mucho más interesante, como es la E73. Tanto si se hace pedaleando como en vehículo a motor es la ruta que recomiendo.
Aunque la carretera pasa por ser nacional, lo cierto es que no es especialmente transitada, ni especialmente buena tampoco, algo perfectamente lógico en la precaria economía bosnia.
Una ruta ideal para cicloturismo, con un paisaje arbolado y rodeada de pequeñas poblaciones en las que predominaba la artesanía en cuero y cacharrería de cobre al borde de la ruta.




Por otro lado, a lo largo de la misma se hizo patente la misma realidad de todo el país como es la separación por credos religiosos.
En unos pueblos mezquita, en otros iglesia ortodoxa, pero rara vez las dos cosas en una misma localidad, excepción hecha de una ciudad que me encantó: Konjic.





Konjic es una pequeña y tranquila localidad a orillas del Neretva. Aunque es de mayoría musulmana  también alberga dos importantes iglesias y es, al mismo tiempo, un imporante enclave de deportes de aventura, además de encrucijada histórica. En su entorno se desarrolló la batalla del Neretva, en la Segunda Guerra Mundial, además de numerosos episodios de la guerra de guerrillas de Tito y de la cruenta guerra de Bosnia. De todos estos hechos quedan memoriales, aunque impresiona más, por su cercanía, el de los caídos de la zona en la guerra más reciente.



Aparte de algún pequeño museo, un casco histórico pequeño y muy agradable, merece la pena echarle valor y meter los pies en el agua del Neretva con vistas al histórico puente (reconstruido), del siglo XVII o  incluso darse un baño.
Seguí camino y me crucé con uno de esos museos curiosos, como es el de la Batalla del río Neretva  en Jablanica. No tanto    por el contenido, un tanto cutre y algo deteriorado, como por  el  puente cercano, volado durante la batalla  y que quedó tal cual sobre el río.



Jablanica es otra ciudad tranquila, pequeña y sin grandes atractivos. Rodeada de bosques, es una de las paradas de una línea de ferrocarril que resulta totalmente recomendable para quien no se anime a pedalear: la línea Mostar-Sarajevo. Lenta, económica, por supuesto, pero evocadora. Uno de esos trenes condenados a desaparecer, así que es cuestión de animarse a recorrerlo antes de su más que probable desaparición.
Terminé la jornada en el lago cercano a la ciudad, en la pequeña localidad de Donja Jablanica, donde fui acogido por Kenan, al que encontré en la imprescindible web cicloturista warmshowers.
Una noche preciosa tras una cervecita con la familia de Kenan y acampada junto al lago.
Cámara sin batería... En fin.


La ruta del día, aproximadamente

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