lunes, 3 de octubre de 2022

De Rijeka a Venecia. Un paseo adriático.

En una distancia muy corta tantas cosas para ver subido a mi bici, terminé pensando.

Un paseito en Croacia y Eslovenia y fin de trayecto por la costa italiana. El final de un viaje sin preparar gran cosa pero que, ya lo dije, superó mis expectativas.





Venía de cruzar Eslovenia, como ya dije en otra entrada del blog. El tiempo ya iba apurando, la maldición del cicloturista de depender de unas fechas cuando para lo demás no depende más que de sí mismo.

Así que tuve que tomar un atajo y, para ello, empecé por entrar a Croacia desde el Sur de Eslovenia.




Se aceptan euros, se cambian kunas. Croacia entra al euro en enero de 2023 y la ansiedad por pillar divisas frescas es evidente nada más pasar la frontera.

Aunque Croacia ha avanzado mucho en las últimas décadas tienen pendientes asuntos como una moneda débil en comparación con los euros que traen todos sus turistas, que son muchos y que se multiplican año tras año.

Frente a la opulenta costa croata parte del interior del país es rural y tranquilo. En concreto el condado de Primorje-Gorski, cuya cabecera es Rijeka, es en su parte montañosa una sucesión de pueblos, algunos de ellos diminutos, paisaje alpino y pequeñas explotaciones ganaderas.



Lo peor de esta primera jornada sin duda el tiempo. Hice pocas fotos por ello.

Tras aguantar en los Alpes Julianos temperaturas de canícula pase a un desagradable viento racheado y lluvia que hizo incómodo el trayecto. Y el inconveniente añadido del puerto de Gorje Jelenje. Una subida agotadora de 22km.

Fue sorprendente, asimismo, comprobar como en apenas 40km el paisaje cambia de zonas boscosas con presencia de osos y linces a olivares y viñedos. 

Frontera eslovena-Rijeka (59km aprox)

Rijeka es una ciudad portuaria. Atractiva y horrible a la vez. 

Es lo que tiene moverse despacio: que da para apreciar todo. Lo que incluye unas instalaciones portuarias, las más grandes de Croacia, que ocupan varios kilómetros de costa, además de astilleros y las inevitables montañas de basura que rodean los puertos.

Pero el centro histórico de la ciudad es menos apreciado en cuanto a su atractivo turístico con respecto a las otras ciudades más turísticas de Croacia como Dubrovnik o Split.

Tiene legado lo mismo romano que Barroco (no perderse la curiosa catedral de San Vito) o modernista.



En la misma ciudad de Rijeka no hay propiamente playas. Hay que desplazarse unos kilómetros y es fácil encontrar las típicas calas de la costa dálmata. Playas de piedrecitas con un agua cristalina incluso para ti solo. Algo impensable en la mayor parte del litoral mediterráneo español.

Desde la costa croata la forma más rápida de cambiar a la costa eslovena era por el interior. El paisaje ya es el típicamente mediterráneo, con pequeñas islas de bosque templado. Muchos olivares y viñedos. 

Pedaleo fácil con alguna pequeña cuesta. Una rápida y cómoda pedalada, pese a las tormentas, que me llevó a la pequeña ciudad de Koper. 

Koper o Capodistria es una ciudad de clara influencia veneciana. Como toda la zona costera ha ido cambiando sus fronteras y hasta hace unas décadas tenía mayoría de población italoparlante. 



Las fronteras y las poblaciones se han ido moviendo. Una ciudad como Rijeka, por ejemplo, tenía un 80% de población italiana hasta los años 40.

Trieste fue austriaca y ahora italiana, Rijeka húngara, Koper territorio de la república veneciana... Todo un batiburrillo histórico.

Rijeka-Koper. (90km aprox)


Koper es pequeña y placentera. De calles estrechas y casco histórico encantador. También es portuaria y llena de centros comerciales donde compran más barato los vecinos de la fronteriza Italia. 


Llegar y salir es fácil pues hay carriles bici segregados de la calzada. Es además una de las paradas de la eurovelo 8, recorrido ciclista por toda la costa mediterránea, por lo que es fácil coincidir con otros cicloturistas.

Y desde Koper ya es un pequeño paseo para cruzar la frontera con Italia y plantarse en otra joya de ciudad: Trieste.

Trieste es todo un ejemplo de cómo las ciudades mediterráneas rara vez se edificaban junto al mar, sino que sus edificios principales permanecían alejados de la costa, generalmente en puntos altos que sirvieran de bastión defensivo.

Trieste hay que visitarlo con calma. Si entras con bicicleta el primer lugar que visité lo recomiendo a todo el mundo aunque dista de ser un lugar agradable: la Risiera de San Sabba. Único campo de concentración estable en Italia, del que yo desconocía su existencia. Debería ser un deber moral para comprobar hasta qué punto llega la barbarie humana.



Luego un cafécito, que si no es en la costa es bastante económico, y, en un momento,  puedes estar en la colina en torno a la cual se construyó la romana Tergeste, importante centro bizantino y después catedral gótica de San Giusto. Todo ello fuente de un impresionante legado arqueológico.


Trieste tiene varias peculiaridades en cuanto a su población. Alberga la mayor comunidad judía de Italia, pese al Holocausto, una importante comunidad serbia y unas heladerías fuera de serie y bastante económicas.





Y más allá de su interés turístico también es un puerto muy activo rodeado de una zona industrial de la que se sale por una carretera bastante incómoda para pedalear.

Toda la costa hasta Monfalcone, quitando pequeños reductos como el Castello de Miramare, es una de las más zonas industriales más pujantes de Italia. Hay que saber por dónde meterse para evitar el intenso tráfico de algunas zonas.

La costa hasta Venecia y más allá es una sucesión de marismas y lagunas de agua salada. Hay varios espacios naturales protegidos, aunque, por desgracia, la mayor parte de la costa está privatizada. 


Es difícil encontrar playas accesibles e incluso alojamiento asequible. 
Pero, a mitad de camino, se encuentra la antigua ciudad romana de AquileaNo hay nada como ignorar lo que te vas a encontrar para que te sorprenda.


Aquilea es un  lugar que desconocía y que es una muestra de arquitectura paleocristiana única. Difícil describir lo que impresionan sus mosaicos, en un estupendo estado de conservación tras 1500 años.



Más costa, más industria y parada en otra ciudad encantadora y de estructura renacentista y barroca: Portogruaro



Debido a la superpoblación de Italia (Una tercera parte más pequeña que España y con 13 millones más de habitantes) hasta Venecia-Mestre es una sucesión de pequeñas poblaciones y carreteras secundarias por las que se puede circular más o menos tranquilo.

Frontera italiana-Venecia (180km aprox)


Último día en un camping, pues los precios de Venecia y sus alrededores en verano son completamente disparatados. E inevitable visita a Venecia.



Venecia puede ser el lugar más turístico del planeta, pero sigue siendo única, aún con las riadas de turistas. 

Por cierto este año la encontré más calmada y con los precios de su hostelería un pelín menos abusivos. Cosas de la pandemia, supongo.



Triste es volver... Otra vez más, siempre un poco más lejos, hasta que el tiempo deje volver al Adriático, un mar cercano y siempre con algo que encontrar. 

Ficha técnica.

27-31 Julio 2022. 

Frontera Eslovenia/Croacia a Venecia

Distancia aproximada 445km.

Bicicleta VSFarradmanufaktur Deore T-300

Alforjas Ortlieb, parrillas Tubus y Racktime.






miércoles, 24 de agosto de 2022

Liubliana, no solo ciudad de moda

El centro de Liubliana estaba a tope de turismo cuando llegué, en pleno Julio. Se nota más en verano, pues el clima de la ciudad no es especialmente favorable durante largas temporadas. Si es en fin de semana, con esa loca manía de los low cost de parranda y consumo rápido de postal, todavía más.


Pero Liubliana merece probablemente más tiempo que el que se le suele dedicar. Muchos paseos, alguna cerveza fuera del centro y algunas conversaciones si es posible.

Liubliana es de las capitales de país más pequeñas que existen. Pero, con apenas 300.000 habitantes, es un buen retrato de lo que es Eslovenia, un país pequeño pero con una variedad cultural sorprendente. Una variedad que se refleja hasta en un refrán popular: cada pueblo tiene su habla. La frase nos cuenta que el esloveno ni tan siquiera es un idioma unificado por la multitud de palabras tomadas del italiano, alemán o húngaro según la zona.

Si el idioma es así, da idea de la variedad cultural del país.


Como toda ciudad lo primero es madrugar, ver como se despereza la urbe y se van instalando los tenderetes. Un buen momento para tomar un café con Roman, natural de Novo Mesto, que recuerda a la paisana más célebre de su ciudad (como todo el mundo por otro lado) Melania Trump. 

Ha venido a una cita para encontrar novia a la capital. Dice que Eslovenia no es un país tan moderno como España. Una percepción muy relativa en lo que se refiere a Liubliana pero bastante lógica en el entorno rural. Liubliana le parece muy caro. Y, ciertamente, los precios son muy superiores a los del resto del país.

La conversación fue en el hostel Tresor, uno de los edificios decó del centro de la ciudad. Un antiguo banco donde es un placer alojarse. Hay de todo, pero en Liubliana hay alternativas de alojamiento bastante interesantes y no caras.


Roman ha bebido mucho, me dice. En Eslovenia se bebe en cantidades industriales, es algo evidente. La cerveza es barata y también abundan los licores tipo aguardiente.

Sigo el paseo. Es domingo y hay misa. La flamante catedral de San Nicolás no es una buena referencia, con sus carteles intentando echar a los turistas de las liturgias. 


Me acerco a la iglesia de Santiago, al pie del castillo de la ciudad, bastante céntrica. Está llena aunque el público es como el de por aquí: mayormente ancianos. 

A apenas 50m de allí se encuentra Sv Kliment, iglesia ortodoxa de la comunidad macedonia. La asistencia es mucho más pequeña y la iglesia bastante más modesta.

Liubliana es un buen sitio para buscarse la vida. Ya en tiempos de la antigua Yugoslavia era la parte rica del país. Por ello hay comunidades de todas las repúblicas. Esto incluye una gran comunidad serbia, por ejemplo, que tienen hasta barrio propio, una catedral y un centro cultural. La comunidad macedonia o la bosnia, que también tiene su mezquita, son menos numerosas.

Aún así es un tanto atrevido hablar de comunidades porque las familias mixtas (ortodoxos con católicos, serbios con eslovenos...) eran y son de lo más común.

En domingo hay rastro junto al río Liublanica que cruza la ciudad y va a desembocar en el Sava. En el río una pareja de castores, especie invasora que se ha extendido por toda Europa, nadan tranquilos entre los barcos turísticos. 

Buena parte del rastro como sucede en muchas otras ciudades turísticas, se ha reconvertido para hacerlo adecuado a los visitantes. Los cacharros, que ahora llamamos vintage, se han trasladado a la periferia. Aún así, los aficionados a las antigüedades pueden encontrar algunas gangas y los aficionados a la historia contemporánea objetos tan peculiares como singles de vinilo con los discursos de Tito o billetes con valores de miles de millones del periodo de gran inflación de principios de los 90.

Ya que he citado a Tito, probablemente más de uno no sepa de quien hablo... Tito, Josip Broz. Flamante presidente de la República Socialista de Yugoslavia. Partisano, equilibrista político, mariscal y autócrata de guante de seda. Iría a morir precisamente en Liubliana en 1980 y sin él es difícil entender la historia de buena parte de los Balcanes en el siglo XX. 

En Eslovenia es un personaje contradictorio. Al que se respeta y se critica a un tiempo. Al igual que los eslovenos son bastante suaves en su crítica al período socialista del país. 

Aunque si se quiere entender la historia reciente de Eslovenia uno de los museos menos visitados de la ciudad, el de Historia contemporánea, situado en un palacete dentro del parque Tívoli, puede servir de excelente lección. Con su visión parcial, claro, pero muy documentado y bien expuesto.

Si se trata de cultura, Liubliana es un lugar muy interesante. La oferta de la ciudad ha sido muy decidida por el arte contemporáneo. Hay toda una muestra de escultura callejera que ha apostado por las últimas tendencias. También hay exposiciones temporales en el Ayuntamiento, edificio histórico que ha aprovechado dos patios de vecinos adyacentes para convertirlos en salas dedicadas al arte.


Conviene visitar el barrio de Metelkova, con su toque alternativo, lleno de grafitis y con su célebre hostel Celica, una antigua cárcel. Si has visitado Berlín te lo recordará sin duda.

También hay toda una programación de conciertos (oficiales y alternativos) que van del jazz al punk y mucha música callejera. Eso sí, concentrada en los meses de buen tiempo.


Y si se trata de gastar pasta en moda o arte, ni de lejos llegarás a las cantidades de Milán o Viena, pero no faltan boutiques de lujo y galerías de esas que, yo al menos, miro desde el escaparate sin demasiado interés.

Lo más importante: están las personas que viven allí. El lunes me fui al mercado y me entendí en mi precario italiano (un idioma que domina buena parte de la población eslovena) con el frutero. 

Una conversación que se puede tener en cualquier país de Europa. La vida está cara, los precios suben, los impuestos... Pero, sin embargo, cierto orgullo patrio y, sobre todo, algo que percibí en los lugareños con los que hablé: les gusta su ciudad. 


No es para menos. Liubliana es cómoda. Pequeña, con un buen transporte público y una infraestructura ciclista muy avanzada. Muchas zonas peatonales y varios parques, entre los que destaca la gran superficie verde del parque Tívoli. Un parque originalmente barroco que se construyó en torno al castillo del mariscal Radetzky.


Pretender entender una ciudad y toda su realidad en un par de días de visita sería muy presuntuoso. Así que me informé un poco a posteriori, intercambié opiniones, hablé con otros turistas... 

En definitiva Liubliana es moderna y a la vez imperial. Comercial pero sin agobios. Con gente en general amable y fácil de recorrer.

Por mi parte me quedó con unos cuantos cafés, unas pocas cervezas y muchos largos paseos.

Y un saludo a Roman, que espero encontrara novia. Aunque nunca leerá esto.




miércoles, 17 de agosto de 2022

Eslovenia en tres ríos

Si lo tuyo es el cicloturismo, o el ciclismo en general, sin duda Eslovenia es una buena elección. Yo me plantée el viaje sin grandes planes pero, desde luego, terminaría superando mis expectativas.

En principio, mirando el mapa, si algo hay en Eslovenia son cursos de agua. Ríos de aguas increíblemente transparentes que pueden servir de guía para cruzar el país. Una idea refrescante que resultaría no serlo tanto.



Me pilló una ola de calor en que se batieron récords en los Alpes Julianos, que ocupan buena parte del Noroeste del país, tanto de temperaturas absolutas como de días consecutivos de calor extremo. Nada distinto a lo ocurrido en toda Europa, pero que hizo más dura la pedalada. Una situación climática que ha superado los simples episodios y que empieza a ser preocupante.

Lo primero fue llegar allí. Para los aragoneses está ahora un poco más fácil. Por mi parte llegué a Eslovenia vía Venecia. Al aeropuerto Marco Polo llegan cientos de vuelos diarios, entre los que se incluyen dos semanales desde Zaragoza. Y el recorrido desde Venecia, a poco más de cien kilómetros de la frontera eslovena, es plácido y lleno de lugares interesantes. 



Aeropuerto Marco Polo-Gorizia en bici (Ruta aproximada)

Ya que la cosa iba de ríos, hay varias opciones para cruzar la frontera. La más habitual por Trieste, pero yo elegí Gorizia, o Gorica en esloveno, que se extiende a los dos lados de la frontera natural que es el río Isonzo. 

Gorizia es una ciudad con su parte barroca, parte neoclásica y con un burgo encaramado a una colina desde la que unos cientos de metros nos separan de la frontera. Calles empedradas, bastante encanto y algunas cuestas. Un poco antes está Gradisca de Isonzo, un pequeño pueblo amurallado de estructura barroca.

Al otro lado del río Isonzo Nova Gorica es una ciudad de casinos, locales de dudosa reputación y muchos centros comerciales que hacen competencia a Italia con precios más baratos. La ventaja: nada más pasar la frontera tienes varias alternativas para pedalear, una de las cuales es un trayecto señalizado paralelo al río, que se transforma en el Soča al otro lado de la frontera y acompaña un recorrido montaña arriba hasta su nacimiento.



El Soča es un río de aguas cristalinas que conduce al Parque Nacional de Triglav a través de pequeñas poblaciones bastante tranquilas. Imprescindible tomarse un rato para aprender sobre el escenario bélico de las Batallas del Isonzo en la I Guerra Mundial. 300.000 vidas se perdieron en una serie de encarnizadas batallas que terminaron en tablas. Especialmente interesante el museo de Kobarid, localidad que es, a la vez, una buena puerta de entrada al Parque Nacional.



En todo el trayecto una buena muestra de playas fluviales para todos los gustos. Debido a la ola de calor pasé buen tiempo a remojo. Cascadas, excursiones para todos los niveles muy bien señalizadas, paisajes alpinos idílicos y algo inevitable: subir. 



En un parque tan montañoso como el de Triglav es inevitable toparse con unas cuantas cuestas y un puerto de montaña que es el auténtico coloso de Eslovenia: el puerto de Vrsic, paso asfaltado más alto del país.



Un puerto que también tiene su historia, más allá de su pendiente media del 14%. Es la conocida como carretera de los rusos, construida por prisioneros de guerra de este país en torno a 1916 y que tiene, aparte de las espectaculares vistas a los Alpes Julianos, una capilla ortodoxa rusa atendida por un guía espontáneo que explica la historia de la obra.



Nova Gorica a Puerto de Vrsic (aproximadamente)


También puedes llegar a odiar a los moteros y su ruidera, que se antoja tan inapropiada en ese escenario. Miles de ellos visitan el país y recorren las rutas más habituales. Por suerte hay unas cuantas zonas en las que hay carriles segregados para bicis y rutas alternativas, pero en los espacios naturales la carretera es única. 

De las posibilidades del Triglav opté por descender hacia la pequeña ciudad de Kranjska Gora, de evidente aire austriaco, como hay varias en Eslovenia. 



Todas las ciudades del Imperio austrohúngaro tenían una gran plaza rectangular en torno a la que se agrupaban los centros del Poder terrenal y celestial y que ejercía de mercado. Es un modelo que encontraría también en Kranj, Novo Mesto o la misma Liubliana.

Una cómoda ciclovía junto al río Sava, otro río que me acompañó muchos kilómetros, te cambia el escenario a la industrial Jesenice: una urbe horrible dedicada a la metalurgia y que es útil como parada de aprovisionamiento.

¿He dicho ciclovía? Eslovenia, en los últimos años, se ha vuelto un destino muy popular, pero, además, saben de las condiciones naturales y el atractivo como lugar para todo tipo de ciclismo y han hecho una inversión en infraestructura ciclista que me atrevería a decir los sitúa en los primeros puestos de Europa. Podrás encontrar información, señalización específica y alquiler de bicis casi en cualquier punto del país.



Desde allí se vuelve a terreno natural protegido y es sólo un paso hacia la postal por excelencia de Eslovenia: el lago Bled.



Puerto de Vrsic a Lago Bled


El Bled es un pequeño lago glaciar con una isla central, la única en Eslovenia, en la que hay varias construcciones y dominado por un castillo. Todo esto en un entorno de bosque templado y ríos. El inconveniente: está muy bien comunicado y recibe miles de visitantes al día que generan un tráfico infernal en unas carreteras bastante angostas.

Ni pensar en alojarse allí o tomar ni un café. Los precios son prohibitivos para una economía mediterránea. Pero un paseo y un baño en el lago, por supuesto. Mejor si pillas el atardecer (tuve suerte) y luego sólo queda seguir el curso del río Sava.



El río Sava es muy simbólico en la historia de la desaparecida Yugoslavia. Une varias de las que fueron sus más importantes capitales y desemboca en el Danubio en Belgrado. También cambia el paisaje que pasa del bosque montañoso a extensiones de cereal, praderas y bosque de ribera.

Para llegar hasta Liubliana desde casi cualquier punto del país, hay varias ciclorutas que esquivan la saturada carretera estatal y, por ejemplo, nos permite disfrutar de Kranj, una ciudad también netamente imperial, que ha hecho de la cerámica su banderín de enganche.


Cuando hablo del Imperio me refiero al vasto reinado de los Habsburgo. Es por ello que en todo el trayecto uno va encontrando el águila imperial, escudo de esta dinastía. A ella se deben buena parte de los edificios más esplendorosos de Eslovenia.

Kranj es casi un pueblo grande, como muchas de las cabeceras administrativas eslovenas, pero merece la pena disfrutar y pasear sus calles y exposiciones. Dede allí es otro paseo de cicloruta por campos de cultivo que deja en la capital, a la que dedicaré una entrada aparte. Una ciudad que me encantó. Por cierto repleta también de bicis y con todas las facilidades para moverte en ella. 

Lago Bled a Liubliana


Desde Liubliana hay varias opciones, todas ellas interesantes. Por mi parte un tercer río me iba a acompañar, en este caso el río Krka, palabra que se antoja impronunciable, así que yo metí una e aleatoria y parece que me entendían. Sería una constante. Muchas palabras de esloveno o serbocroata son una sucesión de consonantes que se antoja impronunciable, pero la buena voluntad local ayuda a entenderse.



Tomé rumbo Sudeste hacia Novo Mesto y, ya de paso, atravesé una de las zonas donde resiste la exigua población de lince boreal del país, no lejos de Zuzemberk, villa amurallada que tiene a este animal por escudo.



El paisaje volvió a cambiar a zonas de bosque mixto y moverse por carreteras secundarias y pistas es lo ideal. Es fácil cruzarse con corzos y ciervos y prácticamente no hay turismo.

La pega fue la lluvia. Hasta llegar a la costa una borrasca me acompañaría varios días, acompañada de vientos racheados que hicieron incómoda la pedalada, unido a los sube-bajas marca del país.

Novo Mesto es una pequeña ciudad somnolienta encajada en un meandro del río que visité con un buen chaparrón pero que merece un buen rato. Todos sus alrededores tienen castillos, villas amuralladas y es la capital de Baja Carniola.

Liubliana a Novo Mesto



Decidí seguir el curso del Krka y llegar a una de las zonas con más población de osos de toda Europa (hasta 600 ejemplares hay en Eslovenia) y un modelo de convivencia al tiempo que atractivo turístico.




La zona está especialmente despoblada y los alojamientos son pocos. En la zona del macizo de Sneznik y bosque de Zdrocle se encuentra una de las pocas extensiones de bosque virgen en Europa. De hecho recientemente fueron declarados patrimonio de la Humanidad.

Noches de lluvia, un erizo que viene a saludar, jabalís rondando... Todo un paraíso natural y la pedalada siguiendo un río que es frontera me llevó a Croacia. Pero esa es otra historia.

Novo Mesto a frontera croata



Ficha técnica.

19-27 Julio 2022. 

Parada de dos días en Liubliana

Distancia aproximada 556km.

Desnivel positivo 5200m

Bicicleta VSFarradmanufaktur Deore T-300

Alforjas Ortlieb, parrillas Tubus y Racktime.