lunes, 23 de septiembre de 2019

Georgia y Armenia en cicloturismo. De Erevan al lago Sevan

Me planté en la capital de Armenia en un mediodía de tráfico intenso. Me fue fácil llegar al hostel. Hay muchos alojamientos en pleno centro y no hace falta reserva.
Atención amable pero, como tantas veces pasa, escaso o nulo respeto por los alojados con ruido hasta altas horas, borrachos y cero reproches a los huéspedes maleducados. Una lástima, sobre todo por lo frecuente de estas actitudes en los albergues económicos.
Los puntos de interés de Erevan se puede recorrer cómodamente a pie, aunque la bici tampoco viene mal. La ciudad, ya lo escribí, tiene una distribución muy soviética, totalmente geométrica en la que es difícil perderse.
Los dos días que le dediqué se me antojaron cortos, pues es una ciudad que tiene alguna cosa realmente interesante. A mí me alucinó la biblioteca llamada Matenadaran del Instituto Mashtots, una colección de manuscritos e incunables valiosísimos.
También pasé un buen rato recorriendo la escalera convertida en espacio de arte contemporáneo de la Fundación Cafesjian y su parque de esculturas.


Matenadaran, Erevan

Comer es muy barato y hay cientos de sitios. Como curiosidad destacar el bufé vegano de la c/Tumanyan. También las muchas cafeterías de ambiente genial.
De todas formas en una entrada anterior dediqué más espacio a Ereván.






Algunas imágenes de Ereván

Salí de Ereván y del breve espejismo urbano pasé a la Armenia que llevaba viendo todo el viaje: mayormente rural.
Una gran ventaja tanto de Armenia como de Georgia es que las carreteras secundarias lo son tanto que el tráfico es realmente tranquilo, así que me puse a pedalear de nuevo cuesta arriba con destino al pueblo de Garni y su peculiar yacimiento.
El calor me siguió acompañando y, a ratos, siendo un incordio que me hizo sudar de lo lindo.
Garni fue una ciudad fundada por los urartios, que construyeron un templo estilo griego dedicado a la diosa persa Mitra que pagó el emperador romano Nerón. Cosas de la historia. Mejor lo leéis en este enlace.




Antigua ciudad de Garni

El templo fue reconstruido a partir de las piedras originales pues se derrumbó parcialmente en un terremoto en 1969.
En Garni dormí en el único albergue cercano al yacimiento, Argishti. Económico y agradable.
De Garni destacar no solo el yacimiento en sí sino los alrededores, con las gargantas del río Azat, que forman unos intrincados cañones rodeados de árboles. Todo el entorno es Patrimonio de la Humanidad.
Desde Garni una breve subida te deja en el Monasterio de Geghard, una de las joyas de la arquitectura monástica de Armenia.
En teoría aquí se guardó la punta de la lanza de Longinos, el arma con que se supone que un soldado hirió a Cristo en la cruz, una de las reliquias más importantes de la cristiandad. De hecho Geghardavank quiere decir Monasterio de la lanza. La reliquia está ahora en un museo en Echmiazdin.
El paraje es alucinante, porque trata de un monasterio parcialmente excavado en la roca, lleno de cuevas y fusionado con el río y varios manantiales.
La reconstrucción es del siglo XIII pero sus orígenes se remontan al siglo IV.








Monasterio de Geghard y Valle del Azat


De Geghard volví por la misma carretera en un día en que se iba llenando aquello de turistas. En fin de semana la gente de la capital acude a pasar el día en la zona y en verano hay mucho turismo.
Es importante si vas en bicicleta, saber encontrar las carreteras secundarias. Al final de la entrada van los tracks con las rutas alternativas a la autovía.
La incómoda subida se volvió bajada y en un momento me planté para comer en Mayakovski.


En la carretera de Geghard. Sacando unas monedas del turismo

Es frecuente encontrar pueblos de colonización con nombres de personajes soviéticos. También pasé, por ejemplo, por un pueblo llamado Gagarin, como el astronauta.
Me llamó la atención la despoblación conforme uno se aleja de la capital del país. Como circulaba por carreteras secundarias era frecuente encontrar casas e instalaciones agrícolas abandonadas y muchos pueblos casi vacíos.


Ladrillos de estiércol, combustible nacional


También bebí de esa botella. En fin...

Dormí en un campo (recordar que acampar por libre está totalmente asumido) con un tiempo estupendo y un río cerca. Y me despertó un rebaño comiéndose los restos de la cena que había dejado fuera de la tienda.
En una corta pedalada me planté junto al que es el segundo lago de alta montaña más grande del mundo: el lago Sevan.



Llegué primero a la ciudad de Sevan, nudo de ferrocarril a tener en cuenta para viajeros en este transporte público, pero sin nada en especial.
Y en el lago me recibieron sus habitantes más numerosos: los mosquitos. Auténticas nubes de millones de mosquitos rodean el lago y, aunque no pican demasiado, son un incordio para moverse en bici. 
Lo primero fue visitar una de las postales de Armenia, el Monasterio de Sevanavank.
Instalado en una península elevada dentro del lago el monasterio en realidad es un conjunto de iglesias del que quedan dos en pie.
Originario del siglo IV y reconstruido en el IX es mejor visitarlo a primera hora, antes del aluvión de turistas pues el enclave es pequeño. 
Todas mis visitas intento que sean en horas de poca afluencia. Es fácil. Si llegas a las 8,30 de la mañana como fue mi caso normalmente estás solo.




Sevanavank

Toda la orilla oeste del lago está llena de resorts de baño y restaurantes. La verdad es que hay pescado fresco por precios muy económicos y en la misma carretera se puede comprar pescado ahumado a unos 50 céntimos de euro por una pieza que no te puedes acabar en una comida.



Comencé a rodear el lago y me encontré con los restos de la explotación piscícola de la antigua URSS y pueblos y granjas en evidente estado de abandono.
Un proyecto demencial, como fue desecar parte del lago para plantar árboles y hacer piscifactorías de truchas, rebajó el nivel del agua casi 40m y aún ahora mismo está unos 20m por debajo de su volumen histórico.



La orilla Este es todo lo contrario de la bulliciosa oeste. Una carretera casi vacía con pequeños asentamientos, pegada a una zona especialmente montañosa. Lo único en común son las nubes de mosquitos.
Aproveché para bañarme en una de las playas libres y me pilló una tormenta que me obligó a refugiarme en una tienda que hacía las veces de bar. Allí coincidí con una familia checa con dos niños que estaban pedaleando. Me los volvería a encontrar.


Se echaba la noche y partí desde la orilla del lago a un lugar con menos mosquitos. Dirección Norte, de nuevo hacia Georgia por la carretera que va sobre la antigua Ruta de la Seda.

Rutas más cómodas para ir con la bici 





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