miércoles, 7 de octubre de 2015

Cicloturismo balcánico 3ª etapa. Cetinje-Monast. Sv Dimitria 82kms

Perdiéndome y encontrando caminos podría resumirse esta peculiar etapa en la que aprendí que el término carretera secundaria en Montenegro equivale, más o menos, a camino de cabras en mi realidad cercana.
Intenté evitar la carretera saturada de tráfico que discurre desde Cetinje a Podgorica y lo conseguí, a costa de andar dando vueltas por unas carreterillas mal señalizadas y en las que era difícil hacerse entender con los escasos lugareños que encontré.
A cambio obtuve aire puro, tranquilidad absoluta y unas vistas privilegiadas de la realidad agrícola de un país que estaba empezando la vendimia y recogiendo madera para el duro invierno montenegrino.




La etapa discurrió entre viñedos, olivares y con breves tramos por la carretera principal, que no recomiendo en absoluto porque está llena de camiones y conductores irresponsables. Aclarar que  ese movimiento se debe a que conduce a Albania y el Oeste de Grecia también y añadir que carece de arcenes en su mayor parte, pese a su intenso tráfico.



Lago Skadar visto desde lejos. Pensé que era el mar.

Tras desviarme de la ruta principal empecé un sube-baja de carreteras llenas de gravilla que me llevó por pueblos diminutos hasta varios caminos sin salida, teniendo que desandar en alguna ocasión algún que otro km.









Momentos a lo largo del camino...


Gracias a un amable viticultor, que me señaló en el mapa la ruta y me dijo por dónde cogerla, llegué a las afueras de Podgorica.

Podgorica de lejos

Evité conscientemente la capital del país, que todo el mundo señala como un lugar feo e impersonal (las afueras desde luego no eran muy prometedoras) y empecé de inmediato a remontar hacia el Norte, ya con un tráfico más sosegado hasta Danilovgrad, donde visité su escuela de escultura y algunas de las obras que se esparcen alrededor de la tranquila ciudad.




Danilovgrad

Tierra de ríos, que descienden de las altas montañas del norte del país, terminé remontando y acogiéndome a sagrado, como en tiempos pretéritos, pues dormí en un espacio dispuesto en el Monasterio de Sveti Dimitria.



Monasterio de Sv Dimitria. Buen lugar para dormir

En los países balcánicos en frecuente encontrar las vallas abiertas de los recintos monásticos, donde suele haber agua corriente y, como poco, algún techado donde tumbarse a descansar.
Una gozada hacerlo en este lugar, donde me despertó un agradable amanecer para seguir camino hacia otro monasterio más célebre, sobre todo en Montenegro: Ostrog.


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