martes, 6 de octubre de 2015

Cicloturismo balcánico. 2ª etapa Kotor-Cetinje. 49kms

Ponerse retos no está mal, pero lo del subir el puerto que remonta la Bahía de Kotor hasta obtener la más increíble vista de la zona, no es precisamente un reto fácil y menos aún con bicicleta y alforjas.
Hay que tener en cuenta que en menos de 15kms hay que desnivelar hasta 890ms de altura sobre el nivel del mar, partiendo de la misma costa, lo que, con un calor considerable, terminaría siendo una pequeña hazaña que contar.
Pero bueno, dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que os dejo con una vista aérea de parte del puerto que da idea de la magnitud de la subida.
No vendría mal, por cierto, algún que otro quitamiedos en determinadas zonas, en las que supongo las autoridades debieron pensar que ya pararán tu eventual caída los árboles.


Bueno, tampoco es cuestión de hacerse el mártir, porque hay que reconocer que mi subida del puerto fue acompañada en todo momento de los ánimos de turistas, moteros y lugareños que se iban cruzando en mi camino y me veían sudando la gota gorda con mis alforjas, ya un poco más ordenadas que el primer día.
El paisaje es imponente en todo momento y ayuda a ello ir rodeando constantemente el Parque Nacional Lovcen, muy valorado por los montenegrinos, que me reprocharon habérmelo perdido.
Una vez arriba te encuentras con un paisaje soberbio, vista general de toda la Boca de Kotor e incluso, en la lejanía, se aprecia la ciudad de Budva.








Distintas panorámicas subiendo el puerto desde Kotor.
 Para el próximo viaje, mejor cámara...

Descanso y conviene abrigarse un poco para la vertiginosa bajada hasta la preciosa pradera en la que se encuentra el pueblo de Njegusi, localidad histórica rodeada de montañas y donde se puede comprar a precios muy razonables vino, jamón (Prsut) y queso (sir). El vino, en mi opinión, solo pasable, pero hay que reconocer que algunas variedades del jamón montenegrino poco tienen que envidiar a algunos productos españoles, aunque su aspecto exterior es bastante menos apetitoso.





Vista de Njegusi, volviendo a subir



Variedad de esquelas balcánica ¿Se siente usted más marxista, cristiano, musulmán 
o prefiere no definirse?

Por si me había parecido poca subida, aún tuve que remontar unas cuantas rampas más, algunas de ellas hasta del 10% desde Njegusi hasta otra vertiente de los Alpes Dináricos, nombre que recibe esa zona de la cordillera, que me dejarían en una nueva cumbre pelada.
Destacar la simpática parada de un mini-bus de turistas franceses que me regalaron una botella de agua, tras haber coincidido varias veces a lo largo de la ruta.


Merci beaucoup!

Y para finalizar la etapa había que descender parte de lo ascendido, así que emprendí una bajada de casi 15kms, intentando controlar la velocidad, hasta la apacible Cetinje o Cetiña, antigua capital de Montenegro.
Cetinje es un lugar curioso. Una ciudad de 14.000 habitantes que fue un refugio diplomático a principios del siglo XX, época de la que conserva al menos una decena de esplendorosos edificios. Misiones diplomáticas de potencias extranjeras, algunas muy bien conservadas y otras en un estado deplorable como la legación rusa, que construyeron edificios en los estilos de la época: Modernismo, Decó... y alguna de ellas hortera hasta decir basta.
También son muy destacables otros edificios de la ciudad como el peculiar museo y palacio llamado del Billar o el Monasterio de san Pedro, que contiene la mano (o dicen que lo es) de san Juan Bautista. Yo hice la cola correspondiente para verla, pero me abstuve de besuqueos y adoraciones al macabro miembro, al que le faltan además dos dedos.
Tampoco está mal echar mano de Wikipedia y enterarse, por ejemplo, de quién fue Ivan Crnojevic o el Rey Nikola I de Montenegro, único monarca que tuvo este pequeño país y que está enterrado en Cetiña.














Ceintje/Cetiña

Pero lo mejor de Cetinje, en mi opinión, son sus parques. Extraordinariamente bien cuidadas, en la ciudad hay decenas de hectáreas de zonas verdes que parecen formar parte del entorno de la misma: bosques y montañas que aparecen mires hacia donde mires.
Una idea para alojarse son las habitaciones particulares. Ayudas a una familia y te da idea de cómo vive la gente, pues es en una casa y puede ser en hasta en la habitación del matrimonio, como me sucedió a mí.



Detalles de la habitación donde pernocté


El inconveniente es hacerse entender, pues en Montenegro me resultó muy complicado encontrar gente que hablara algo de inglés, con lo que me tuve que arreglar con las 15-20 palabras que conozco de ruso, que sí es hablado por mucha gente y es similar al montenegrino.
En todo caso una visita que me sorprendió para bien, aunque tuve que hacerla con el cuerpo un poco molido.


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