miércoles, 4 de julio de 2018

Vías verdes en Aragón. A paso tranquilo


Los aficionados al cicloturismo de alforjas y a la BTT las conocen de sobra, pero las vías verdes aragonesas, recuerdo de los tiempos gloriosos del ferrocarril o los paseos tranquilos por la orilla de nuestros ríos, merecen más atención. No sólo eso, sino que, con una pequeña inversión, se podrían crear nuevas rutas que generarían un modelo de turismo de naturaleza y deportivo poco conocido aún en nuestra tierra y con escasa, casi nula, explotación turística.
Un modelo positivo porque, por una vez, la centralidad de Zaragoza queda en un segundo plano y se nos plantea una alternativa para conocer lo rural, lo natural, el paisaje agrícola y esos espacios de soledades que nos ofrece el despoblado aragonés.
En este artículo no trataré solo de vías verdes en el sentido estricto del término, o sea infraestructuras ferroviarias en desuso reconvertidas para recorrido ciclista y peatonal. La idea es ampliar a los espacios ciclables de cierta entidad y recorrido.
En una primera mirada no es una vía verde el espacio más ciclado y transitado al margen de las carreteras en Aragón sino el Camino de Santiago. Son miles los peregrinos a pie y un 10% de ciclistas en un recorrido que precisa de una señalización ciclable más detallada.


Camino de Santiago. Camino Francés cerca de Martes

Por supuesto la estrella es el Camino Francés, pero paralelo al Ebro y casi coincidiendo con el GR-99 o Camino Natural del Ebro discurre otra ruta jacobea, mucho menos transitada y en no muy buen estado, que nos deja en Logroño para empalmar con la vía más popular.



Camino de Santiago a su paso por Zaragoza

No es la única vía que discurre por un río. En Aragón también arranca la GR 113, que recorre el larguísimo curso del Tajo por más de 1000km. Un recorrido para tomarlo con ganas en su inicio, con pocos alojamientos y menos conocido de lo que merece. Parte de Albarracín, aunque en realidad el Tajo nace a 30km de allí. Paradojas del turismo.


No es Juego de Tronos, es el nacimiento del Tajo

La posibilidad de recorrer el curso de los ríos, una de las rutas ciclistas normalmente más atractivas, en Aragón tiene una asignatura pendiente. Los cursos del propio Ebro, Gallego, Huerva o Jiloca ofrecen muchas posibilidades que no se aprovechan y las sendas naturales que los recorren adolecen de falta de todo tipo de carencias, convirtiendo en inviable la práctica del ciclismo en buena parte de su trayecto. Un ejemplo europeo a seguir podría ser el Danubio, con más de millón y medio de cicloturistas anuales y un referente mundial de ruta ciclable con un doble beneficio: genera trabajo y ayuda a preservar el entorno fluvial.


El paraje del Santo en Tosos, junto al río Huerva

Dentro de las vías verdes propiamente dichas la más veterana y probablemente la más cómoda es la Vía del Tarazonica entre Tarazona y Tudela. Una vía ideal para hacer en familia, totalmente plana, con un mantenimiento aceptable y que se puede hacer ida y vuelta. Con sus 22kms se puede realizar prácticamente en cualquier época del año.
También entre Aragón y Valencia tenemos la vía verde más larga del estado, Ojos Negros-Sagunt con sus 160km. Aún con sus carencias en general está bastante bien acondicionada, señalizada y algunos negocios de hostelería han visto la oportunidad de la misma. Alguna fuente más se agradecería.


Cella. Vía Ojos Negros-Sagunt


El viaducto ciclable de Albentosa


Otra vía verde larga es la Val deZafán, que empalma con Baix Ebre en la vecina Tarragona. Toda una muestra de trayecto desaprovechado. Un pedregal infame en sus primeros kilómetros, sin tan apenas una simple área de descanso que se transforma a partir de Valdealgorfa en un recorrido ciclista de primer orden, cómodo y que en Catalunya es un recorrido transitado por miles de personas. Una mínima inversión podría acondicionar todo el trayecto, pero no parece que las instituciones estén por la labor.



Llano de Chumilla. Vía verde Val de Zafán

Y de las vías que son a las que podrían ser.
Un ejemplo es el antiguo ferrocarril de Utrillas, que atravesaba un paisaje estepario ahora mismo muy despoblado.
Sobreviven estaciones del mismo, alguna de ellas en bastante buen estado y el trazado de la vía se mantiene convertido en pistas y caminos en algunas ocasiones. Fueron 127 kms y una posibilidad de ejecutar una vía verde a la que se puede acceder además desde el C-41 directamente desde Zaragoza evitando el tráfico rodado de la salida de la capital.


Detalle del sendero C-41

La línea Calatayud-Caminreal, conocida como Ferrocarril central de Aragón recorría el valle del Jiloca y tenía estación en Daroca. Aún hoy se mantienen bastantes instalaciones e incluso ha habido proyectos de ponerla de nuevo en funcionamiento, aunque de momento la cosa lleva parada 10 años. La vía tiene además la posibilidad de acceder en tren, tiene patrimonio cultural y belleza paisajística.



Hay mucho por disfrutar y por conocer, pero con un esfuerzo podría ser más y mejor.
Aquí van unos cuantos ejemplos, pero un estudio detallado de otros viales cicloturistas puede dar idea del volumen económico que puede generar un trayecto verde.
El valor añadido que genera el ecoturismo no es solo económico sino que fija población en su entorno. Una población que, asimismo ejerce de guardarecursos, además de garantizar temas no menores como limpieza del entorno, mantenimiento de pistas o desbrozado para prevenir incendios.
Aragón cuenta, además, con la ventaja de estar vertebrado por un ferrocarril bastante precario pero en el que hay opciones para montar bicis en muchas pequeñas estaciones y que cruza tanto el eje Norte-Sur como Este-Oeste. También hay muchas opciones para transportar las bicis en autobús.
Así pues, solo queda animarse a recorrer y conocer algo más de nuestras vías verdes. La mejor opción de mejora es su uso.








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