lunes, 9 de junio de 2014

Delhi: humano, demasiado humano.

Quien espere un segundo de respiro ha venido al lugar equivocado.

Delhi se suma a la lista de megápolis asiáticas como Hanoi, Beijing, Teherán o Shanghai, teniendo en común con éstas un tráfico insoportable, una permanente sinfonía de pitidos y ruido y las mareas de gente de todas estas urbes, pero con el añadido de ser mucho más sucia que las anteriores y, por supuesto, con su propio bagaje cultural, en este caso la Incred!ble India, de la que hablan las campañas de publicidad del Ministerio de Turismo Indio.

Porque sí, en efecto, India es increíble y sólo se podría alcanzar a entender mínimamente según nuestros limitados ojos occidentales tras mucho tiempo de asimilación, lectura y convivencia, si es que la convivencia es posible en ciudades como Delhi, la vieja y la nueva. La destruida y reconstruida. La ciudad que vio morir a Gandhi y nacer el sueño de la India independiente y por la que pasaron mongoles, arios, británicos y toda suerte de aventureros cuya patria era el dinero o el saqueo.

Pese a su tamaño, a ser una ciudad que se antoja inabarcable, sus puntos de más interés pueden recorrerse en dos o tres días, habida cuenta de que, salvo forma física extraordinaria y un inaudito sentido de la orientación, será imposible hacerlo a pie.

Pahar Ganj, barrio de alojamientos populares y mercados que nosotros encontramos en una especie de remodelación, con las alcantarillas al aire y derribos que dejaban viviendas al aire y tiraban tiendas con el género dentro, pude ser un buen punto de partida.

Porque este viaje no es sólo de este blogero solitario, como no lo son la inmensa mayoría de las fotos que vereis aquí, sino también de Ana, compañera, amiga e infatigable viajera.


Aprovechen, que nos verán poco.

De Pahar Ganj salimos el primer día en acelerado tour para encontrarnos con la Puerta de la India, el Parlamento y la limpia zona institucional, lugar donde íbamos a comprobar lo que sería una constante durante todo el viaje, que el turismo que va uno encontrando en la temporada baja, época del Monzón, es esencialmente de la propia India. En estos espacios la gente mayormente se saca fotos, merienda, pasea, algo impensable en el resto de Delhi... Para una visita más o menos rápida de esta zona, si queremos añadir lugares un tanto lejanos, es mejor contratar un ricksaw o taxi durante una mañana o bien prepararse para la caminata de tu vida.

Mucho más lejos merece la pena una visita al Templo de Loto, un espacio de la peculiar religión Ba’Hai, un extraño híbrido religioso nacido entre Irán y la actual Israel, que tiene su sede central en Haifa y aquí un espectacular templo con horarios bastante restringidos.


 Templo de Loto, una cosa rara

Una propuesta de caminata:
Para los muy aguerridos, desde Pahar Ganj una propuesta interesante puede ser remontar la insoportable avenida Nehru para difrutar del verdadero ambiente de la ciudad y llegar, previa parada para tomar té en alguno de los chiringuitos de camino en los mercados que se atraviesan, al Museo Gandhi. Un lugar ideal para hacer un poco de mala leche, habida cuenta de la situación actual del país y de sus patentes desigualdades sociales. Con que se aplicaran los puntos propuestos por Gandhi en 1931 ya se obtendría un avance social más que considerable, pero parece que de Gandhi queda este interesante y documentado museo y su lugar de cremación, el Raj Gath, un parque donde relajarse y meditar, en el que están los lugares de cremación de Gandhi, Nehru, Indira Gandhi y sus hijos, todos ellos asesinados por militantes de los diferentes conflictos políticos que agitan, aún hoy en día, el subcontinente.
De la historia reciente de la India podemos dar un salto a su pasado y presente musulmán, con pasar una avenida y caminar unos 500 ms hasta la Jama Masjid, la mezquita más grande de la India, de clara inspiración persa.
¡Ojo! La entrada a la mezquita es gratuita. Se cobran 200 rupias por la cámara, pero no 200 a cada miembro del grupo que entra y si nadie lleva cámara el coste es cero. Pequeña discusión tuvimos por ello. Y no olvidar que es una mezquita, ni shorts, ni hombros al aire, ni similares o también pagaréis por el consabido pareo o mantón, según vuestro nivel de “descoque”.
¿Aún no estáis cansados? Pues nada como acercarse al Fuerte Rojo, a ver ondear la bandera india sobre la puerta principal, símbolo del orgullo patrio y de una de las proclamas nacionalistas: India no lo sería hasta que la enseña del país ondeara encima del bastión del Fuerte Rojo, símbolo un tanto deteriorado del pasado mongol de la ciudad.

Otros lugares que se pueden recorrer en un tiempo más o menos breve, son el templo sikh de Bangla Sahib, con una atención exquisita a los turistas que lo visitan, que incluye folleto gratuito en castellano explicando la peculiar filosofía de esta minoría religiosa originaria de Punjab. Y por supuesto la tumba del emperador mongol Humayun, muestra del momento de máximo esplendor de los mughal en la ciudad. Este pequeño Taj Mahal merece un recorrido tranquilo para disfrutar todos sus rincones.


Pero qué mejor que ir y verlo. Delhi quizá no sea un sitio para grandes goces de los sentidos como otras capitales asiáticas (Desde luego bien poco que ver con Jerusalén, Damasco o Hanoi) de hecho tiene un algo deprimente en su exceso de humanos y en su falta de humanidad.

Que alguien se estrelle y nadie de los cientos de personas que pasen por la calle se inmute, salvo la guiri solidaria que recoge sus llaves caídas y se preocupa por el accidentado, como quien escribe pudo ser testigo, revela a lo mejor que Delhi es, como decía Nietzsche, humano, demasiado humano.


Qué ver en Delhi: Tumba de Humayun, Templo Birla Mandir, Jama Masjid (Mezquita del Viernes), Fuerte Rojo, Museo y gath de Gandhi...

Un lugar donde dormir: Hotel Diamond, Bº de Pahar Ganj diamonddxgh@yahoo.com

Dónde comprar: People Tree http://peopletreeonline.com/. Parte de los beneficios de esta tienda van a proyectos solidarios y todos sus productos son de comercio justo.
Spice Maker (Amit Goel) en Pahar Ganj, un chiringuito de especias que vende té de procedencia ecológica.

Qué leer: City of Djinns de William Dalrymple. En castellano en Ediciones B con el título de Ciudad de Djinns. Un Año en Delhi.

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